La siguiente es parte de una reflexión inspirada en la clase de “Globalización y Movimientos Sociales” impartida por el profesor Paul D. Almeida de la Universidad de California, en el Modulo Agentes del Desarrollo y su Interacción, del Doctorado en Ciencias Sociales, con orientación en Gestión del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde me encuentro por 6 meses realizando una estancia de investigación e intercambio doctoral con la beca Erasmus Mundus-AMIDILA.
Los movimientos sociales suelen ser respuestas organizadas o semi organizadas de grupos que generalmente no usan estrategias de poder institucional en una interacción sostenida con élites políticas y económicas, donde existe un sentido de solidaridad entre distintos actores y grupos que busca un cambio (Almeida, 2008: 603). En América Latina los Movimientos Indígenas han existido desde el período colonial. Figuras relevantes en el continente como Rumiñahui de Ecuador, Lautaro de Chile, Cuauhtémoc de México o Lempira de Honduras permanecen en el imaginario como símbolos de resistencia y lucha.
En la contemporaneidad podemos señalar dos fechas importantes para acotar el surgimiento de los Movimientos Indígenas, períodos que deben ser analizados por la repercusión, sobre todo en la década de los años 90, en el contexto local, nacional y transnacional. Me refiero a 1992 con la Campaña Continental “500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular” —que coincide con la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro—, escenarios donde se comienza a plantear la situación dramática de los recursos naturales, y en el caso concreto de la cosmovisión de los pueblos originarios, en su complejidad holística y la relación con la "pachamamá". La siguiente fecha, que en el Continente traerá una gran reflexión y olas de protesta tiene lugar en Chiapas, es en 1994 que la irrupción del EZLN removerá nuevamente el escenario de los Movimientos Indígenas (Girardi, 1996). Como respuesta, la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado ha creado el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe —Fondo Indígena (FONDIN)—, donde líderes indígenas han participado desde entonces con distintos roles.
Al preguntarse ¿Cómo surgen y por qué surgen los Movimientos Indígenas? Hay que considerar también que en la región hay una gran heterogeneidad de pueblos indígenas que habitan espacios rurales o urbanos. En estrategias de desarrollo y autodesarrollo estas consideraciones deben ser analizadas con profundidad, ya que la deforestación, o basuras de turistas pueden ser detonantes en algunas protestas (Brysk, 2009: 27). También hay que tener en cuenta que, en la heterogeneidad de los Pueblos, los recursos o productos de la globalización se han sincretizado con sus ritos o vida cotidiana, por lo que el análisis debe considerar estos elementos también. Intereses, organización e identidad son también elementos que deben desarrollarse en los estudios, como categorías específicas.
Generalmente en el discurso del Movimientos Indígenas encontramos los siguientes ejes de interés: Autoconciencia colectiva de pueblos diferenciados que mantienen una cohesión sociocultural, Ambientalismo, Comunitarismo, Autonomía-Autodeterminación, Pluralismo, Ciudadanía cultural y derechos colectivos (Oliva Martínez, 2005).
Respecto al tema de las organizaciones cabe apuntar que suelen ser tradicionales, tribales, en algunos casos patriarcales, con roles establecidos, también, en algunos casos la mujer indígena ha jugado o juega un rol emergente en los Movimientos Indígenas; los usos y costumbres de decisión, ejecución, producción y distribución deben tener cabida en la reflexión. Los niveles de desarrollo: local, nacional y redes (aliados, external brokers, etc.), así como la relevancia de los líderes en el Movimientos Indígenas que se estudie.
Respecto a la identidad, hablaremos en otro momento, ya que se trata de un elemento más complejo, que merece la pena desarrollar en otra columna.
De momento sólo señalar la vigencia que tiene el estudio de los Movimientos Indígenas, por ejemplo, en el TIPNIS de Bolivia donde habitan los pueblos Chimán, Mojeño y Yucaré, o bien la zona Wixárika en México contiene aún conflictos con las empresas (públicas y privadas) por algo más que los recursos estratégicos (agua, biodiversidad, gas, petróleo, minerales, bosques), ya que están ubicados en zonas donde habitan estos pueblos (Martí i Puig: 2014).
ALMEIDA, P. D. (2008). “Social Movement.” Pp. 603-608, in W. A. Darity, ed., International Enciclopedya of the social Sciences, Vol. 7, 2da. Edición, Detroit, Macmillan.
BRISK, A. (2009) De la tribu a la Aldea Global, Derechos de los Pueblos Indígenas, Redes Transnacionales y Relaciones Internacionales en América Latina, Primera edición, Barcelona, Ediciones Bellaterra.
GIRARDI, G. (1996) El derecho indígena a la autodeterminación política y religiosa, Quito, Ediciones Abya-Yala,
MARTÍ I PUIG, S. (2014) Etnicidad, Movimientos Sociales Y Protesta ¿Cómo interpretar la movilización y la política indígena en el siglo XXI?, en Latin American Research Review. Vol. 49 Issue 1. 2014, p242-250. 9p
OLIVA MARTINEZ, J. D. (2005), La cooperación internacional con los pueblos indígenas. Desarrollo y derechos humanos. Madrid, CIDEAL.
Doctoranda en Ciencias Sociales línea de investigación: estudios latinoamericanos, Universidad de Salamanca. Máster en relaciones Internacionales Iberoamericanas, Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Socióloga, Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco).