La recién pasada VIII Cumbre de Las Américas efectivamente fue un acontecimiento histórico, pero en mi opinión no por lo que han señalado casi hasta el hartazgo la inmensa mayoría de grandes medios transnacionales comercializadores de noticias y sus analistas de temas internacionales, vinculados a grandes empresas o conglomerados monopólicos, de los cuales el diario español El País es un buen ejemplo.
Según estos señores y señoras, que al parecer muy rápidamente llegaron a un consenso, lo relevante de la mencionada reunión de gobernantes de los países americanos fue relevante y pasará a la historia porque dos hombres, Raúl Castro y Barack Obama, se estrecharon las manos brevemente, y posteriormente sostuvieron un corto diálogo, cuyos detalles, a decir verdad, son desconocidos. En realidad esos hechos fueron un hito, pero su relevancia y trascendencia más allá de lo simbólico, quiero decir, su impacto real y concreto en los pueblos de ambos países aún se desconoce, y habrá que esperar mucho para verlo.
Estos medios, como el diario El País, de España, se centraron en lo más superficial, en lo simbólico, como es común en ello. Recordemos como destacaron, también hasta el cansancio, la bondadosa sonrisa de Nelson Mandela, mientras ignoraban otros hechos históricos trascendentales que rodearon la lucha del líder sudafricano, especialmente el sostenido apoyo que brindó Estados Unidos, durante muchos años, al régimen del Apartheid.
Esta vez se han centrado en el referido apretón de manos y en las palabras condescendientes que dedicó Raúl Castro a Barack Obama, cuando afirmó que le consideraba un hombre honesto, algunos hasta calificaron como “un homenaje” de Castro a Obama. Pero todo es según el cristal con el que se mira, reza el viejo refrán.
Desde América Latina, sobre todo desde los sectores más progresista de América Latina, de aquellos que han mantenido una sostenida lucha para mejorar las condiciones de vida de las mayorías y establecer relaciones de intercambio más justo entre todos los países, sin importar su tamaño o desarrollo material, las cosas se pueden ver de manera diferente.
Así, si esta cita debe ser registrada como algo especial en la historia, no debe serlo sólo por el apretón de manos, sino porque a pesar de la diversidad de proyectos y estilos de los distintos mandatarios latinoamericanos, un buen grupo actuó con verdadero sentido latinoamericanista. Esto es, que habló pensando especialmente en sus propios pueblos y en el conjunto de la región, y no para congraciarse con el gran vecino del norte, ni para jugar bien el papel de subordinados que históricamente se les ha asignado.
Más allá de las palabras de Raúl Castro, los discursos de Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner, como el de Evo Morales, manifestaron verdades históricas irrefutables, y se suman a las mejores expresiones de dignidad de nuestros países. Por esto mismo han querido ser descalificados u omitidos por las grandes empresas transnacionales de la desinformación. Se les ha acusado de ofender a Obama, de atacarlo, de vociferar, de repetir palabras trilladas o enmarcadas en la guerra fría, hasta de ser violentos. Lo cierto es que podrán calificar de cualquier manera la intervención de esos mandatarios, pero no los pueden acusar de haber dicho cosas que no son ciertas. Y esos mismos discursos deberían de ser estudiados o leídos en las aulas de secundaria, para que las generaciones más jóvenes, además de aprender historia, desarrollen la conciencia de la necesidad de la integración y la unidad latinoamericanas.
Otro punto que estos medios se han esforzado en señalar, es lo que llaman “la ruptura del matrimonio” de Cuba con Venezuela. Graciosamente una de esas periodista afirmaba que “Cuba tiene un nuevo novio”, en aparente referencia a Estados Unidos. Y en El País, otro sesudo analista, afirmaba que el presidente venezolano no entendía nada de nada, y mucho menos el acercamiento entre los gobiernos cubanos y estadounidenses.
A mí me parece que es lo contrario, que dichos analistas no han comprendido ni comprenden los cambios que ha experimentado Latinoamérica en los últimos quince años, o se hacen como que no los comprendieran, y todo se debe a que, como sus patrones, tampoco los aceptan.
Profesor del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la materia "Historia socioeconómica de Centroamérica". Especialista en historia y pensamiento de Centroamérica, y ha sobresalido en múltiples colaboraciones académicas en estas áreas.