Al transitar a través de los contenidos de las redes, los nativos digitales –y también los inmigrantes–[1] normalmente chocamos con felices y desafortunados comentarios de grandes y pequeñas figuras provenientes de todas las Américas que existen y han existido. Desde las inspiradoras “frases célebres” de los revolucionarios hasta las empobrecidas notas de los políticos contemporáneos de sur y norte, muchas de ellas probablemente apócrifas. Más raro que esto es cruzarse con un encendido intercambio de ideas entre reconocidos personajes de Nuestra América y de la que –dicen– no es nuestra.
Un explosivo “choque” anglo-latinoamericano como el que sostuvieron el 26 de mayo la siempre escandalosa comentarista Ann Coulter –sí, sí, la misma que preguntaba por qué no bombardear la frontera EEUU-México– y Jorge Ramos, uno de los periodistas mexicanos más conocidos dentro de los Estados Unidos. El móvil del polémico encuentro era un debate sobre el nuevo libro de la republicana neoyorkina, distintivamente titulado “Adios, America: The Left's Plan to Turn Our Country Into a Third World Hellhole”. La migración hispana hacia los Estados Unidos fue sin lugar a dudas el núcleo de esta estrepitosa discusión, área de especialidad guerrera y políticamente incorrecta de Coulter.[2]
Quizás el punto más subido de tono de toda la entrevista –de por sí disparada hacia el rojo– fue la comparación de la peligrosidad mortal de los inmigrantes mexicanos con la del Estado Islámico o Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés) por parte de Coulter, la cual fue inmediatamente respondida por un atónito silencio de la audiencia y de Ramos. Las cosas empezaron a ponerse muy raras justo después de esta nota, cuando el mexicano le contesta preguntándole si ella piensa que la gente está “biológicamente predispuesta” a cometer crímenes. “No, yo pienso que hay culturas que son obviamente deficientes”, como la mexicana, que “incluye” cosas como “asesinatos por honor (honor killings), tíos que violan a sus sobrinas, tirar la basura en la calle, no pagar impuestos, sobornar a oficiales del gobierno. Esa no es nuestra cultura. […] América [o sea, EEUU] es lo mejor del mundo y estamos a punto de perderlo”.
Lo que encontré más extraño de todo fue no saber qué era lo más inusual de la situación: que alguien pensara todavía la cultura en términos jerárquicos (mejor/peor) o que esa palabra incómoda, “deficiente”, me hiciera pensar inmediatamente en las famosas tesis liberacionistas de Augusto Salazar Bondy, quien caracterizara como “defectiva” –sinónimo de defectuoso y deficiente–
la cultura latinoamericana, particularmente la cultura intelectual. La conocida tesis de Salazar es indudablemente distinta de la de Coulter, aunque criticable en el mismo sentido: ¿cómo o en relación a qué puede afirmarse que una cultura sea defectuosa? ¿Una cultura es defectiva respecto de qué?
Para la polemista norteamericana es claro que la cultura mexicana es deficiente respecto de la cultura norteamericana, que es por cierto “lo mejor del mundo”. Algo que puede sostenerse una vez que la primera se ha equiparado con toda suerte de acciones y actitudes deleznables (violaciones, criminalidad, corrupción) y la segunda con modos “exitosos” de vida: “ningún país ha tenido nunca el tipo de respeto por las mujeres que Anglo-américa tiene”, por ejemplo. Es curioso que esta desafortunada celebración supremacista de la cultura angloamericana por sobre todas las demás, aunque en particular sobre la mexicana, haya coincidido con una aparentemente nueva ola de violencia racista y homicida en Baltimore, así como la agitación de la agresión policial en otros sitios del país. El brutal arresto de una mujer afroamericana en Texas reportado este lunes por distintos medios invita a repensar la idealización feminista propuesta por la norteamericana.
Estos terribles brotes de violencia no deberían llevarnos a la calibanezca hipótesis de que los estadounidenses o la cultura estadounidense es de suyo violenta o racista, del mismo modo que la cultura mexicana o islámica no pueden reducirse ni identificarse con las imágenes totalmente negativas presentadas por Ann. Podemos pensar, de entrada, que el estudio de la cultura queda muy limitado por los márgenes nacionales, pues es complicado hablar de una sola cultura mexicana, norteamericana, islámica o cualquier otra.
También y sobre todo conviene abandonar cualquier esquema jerarquizante/esencialista –nos recuerde ya al Ariel de Rodó o al Adios, América de Coulter– para comprender la vida cultural de los pueblos y personas. Por eso decimos que las culturas son relativas: porque no existe un modelo absoluto o universal respecto del cual medir el grado de “deficiencia” o “éxito” de cualquier sistema cultural. La postulación de una “cultura mejor”, en estos términos, es el movimiento característico de un pensamiento colonizador o colonial.
Ana; más relatividad, por favor.
[1] Se considera “nativos digitales” a las personas nacidos a partir de la década de 1980, pues desde entonces comenzaron a desarrollarse masivamente las tecnologías digitales. Los nacidos antes de dicha década se consideran “inmigrantes digitales”.
[2] El video de la entrevista completa puede consultarse aquí: http://fusion.net/video/139852/jorge-ramos-ann-coulter interview/
Alumno de la generación 2011. En proceso de titulación con una tesis sobre el debate alrededor de la posmodernidad filosófica en América Latina y la emergencia de una crítica de la razón latinoamericana.
Temas de interés: la filosofía y el pensamiento social posmoderno, las relaciones tecnología-subjetividad y la hibridez cultural.