El presente texto forma parte de una serie de escritos en los que intento desarrollar el tema del narcotráfico en América Latina tomando como punto de partida y ejemplo, los casos mexicano y colombiano. Más que abordar los casos en sí mismos (sobre los que, de hecho, sí se escribirá en específico) me interesa que el lector los tenga en mente y que en esa clave, colombiana y mexicana, se lean.
Neoliberalismo
Si bien el narcotráfico se puede rastrear históricamente muchos siglos atrás, para cualquier estudioso del tema resulta evidente la importancia del neoliberalismo y los cambios que representa en este fenómeno. Por ejemplo la posibilidad de internacionalizar (sin que la internacionalización sea exclusiva del neoliberalismo) y potenciar hasta niveles nunca antes vistos, las lógicas del capital y de la violencia, aplicados al mercado de lo ilegal de forma tan impresionante que las divisiones entre lo “legal” y lo “ilegal” quedan difuminadas a hasta casi desaparecer. Lo que ha tenido consecuencias en lo económico, lo social, lo cultural y cada esfera de la vida humana, al grado de que no hay (reto al lector a que señale alguno) elemento que no haya sido asediado en alguna medida por este problema.
Si tomamos en cuenta que en el neoliberalismo, son los actores privados los que toman el control de los vacíos que el Estado deja, y consideramos al narco como actor privado, encontramos que el crecimiento del narcotráfico no es ingobernabilidad sino un fenómeno amplificado por el neoliberalismo. Además así se podría explicar el apego que sectores sociales le tienen al narco, porque sumado a todo lo anterior, el narcotráfico ha representado la nueva forma de ascenso social suplantando a la Universidad o a las FF.AA. e incluso han llegado a garantizar el cumplimiento de obligaciones que antes del neoliberalismo habían estado naturalmente asociadas al Estado como seguridad, cierta estabilidad económica e incluso educación o salud.
El narcotráfico tiene su mayor potencialidad en este contexto neoliberal, porque además se convierte en no únicamente el tráfico de drogas, sino también crimen organizado y una gran variedad de actividades ilícitas. Incluso obtienen más ganancias de estas actividades, que del propio tráfico de drogas (terrorismo, contrabando, ejecuciones de funcionarios públicos, extorsión, falsificación de dinero, de documentos, fraudes de tarjetas de crédito, homicidios, lavado patrimonial, lesiones, piratería, porno, secuestro, robo de coches, tráfico de armas de cigarros, de estupefacientes, de indocumentados, de material radioactivo, de personas).
Además el contexto neoliberal en una clave globalizante, permite una trasnacionalización que determina cambios en las relaciones entre las distintas agrupaciones, por ejemplo: cárteles rivales que operan en Tijuana y Sinaloa pero que cooperan en bases logísticas en Ecuador[1]. Esta trasnacionalización también sirve como justificante para recibir apoyo de Estados Unidos, pues al momento de que el crimen organizado se trasnacionaliza, también el apoyo y combate “se debe trasnacionalizar”.
Ejemplo de ello han sido los planes económicos, pero principalmente militares como el Plan Colombia y el Plan México que han significado cifras millonarias de inversión en materia de seguridad. Asumo y utilizo el término de “inversión”, porque en efecto, han invertido en una rama de la vida humana: la “seguridad” y han producido y comercializado la violencia y la inseguridad.
Dichos planes han contado con miles de millones de dólares, principalmente de Estados Unidos y en muchísima menor medida de otros países de la UE. Cabe señalar, sin salirse del tema, que si bien dicho financiamiento es principalmente militar, no excluye otros planes económicos y políticos, en los que de nueva cuenta, se condiciona la “ayuda” a la implementación de programas de “cooperación” económica regional, que al menos a quien escribe este artículo, le parecen más medidas para garantizar el control de América Latina por parte del vecino del norte. Si bien los casos que más me interesan con el colombiano y el mexicano, no se pueden hacer a un lado las inversiones militares y económicas de la región como Perú o Chile que casualmente, léase con ironía y sarcasmo, forman parte junto con México y Colombia de la Alianza del Pacífico, bloque que es claramente una versión neoliberal de la eterna aspiración de integración latinoamericana en oposición a la integración propuesta por el ALBA-TCP en clave nacional y proteccionista[2]
Sin embargo estos planes no parecen haber terminado con el problema que no sólo continúa sino que también ha tenido aumentos importantes. Sin caer el cliché “todo tiempo pasado fue mejor”, pareciera que la ecuación: neoliberalismo + narcotráfico, sólo puede tener como resultado, sociedades desgarradas y Estados incapaces (estructuralmente aunque también tiene que ver la voluntad de estos Estados y sus gobiernos) de resolver o al menos paliar las terribles consecuencias que esta ecuación ha tenido en México y Colombia específica, aunque no exclusivamente.
La solución, claro está, no puede pasar por destruir únicamente al neoliberalismo, pues como señalé antes, el narcotráfico no depende de éste aunque se magnifica. Ejemplo de que ésta no es la solución, son los casos boliviano, venezolano, brasileño y cualquier otro, en los que a pesar de que las políticas económicas no son, o al menos buscan no ser, neoliberales, el narcotráfico continúa existiendo. Sin embargo, lo que sí ha ocurrido (sin que esa sea la RAZÓN, o la única razón) es que en esos países, la violencia y la inseguridad no parecen haber llegado a los niveles colombianos o mexicanos.
La alternativa, al menos desde mi parecer, es combatir el neoliberalismo y el sistema que le da piso: el propio capitalismo. Y para eliminar o al menos dar pasos en su desaparición, me parece que la lucha es, sobre todo, ideológica pues está en nuestras cabezas la idea/necesidad/defensa del consumo de narcóticos, pero también es política, es económica y en algún punto será militar, pero desde la organización popular y no desde los regímenes existentes.
[1] Buscaglia, Edgardo. México pierde la guerra. Pp. 3
[2] Aún con el riesgo de distraer al lector del tema que nos interesa, me permito señalar que si bien, la Alianza del Pacífico es posterior a la implementación del neoliberalismo, significa su profundización y potenciación. Por ello, tendrá consecuencias, no directas, sobre el narcotráfico. En resumidas cuentas y de forma muy simplista: si mi hipótesis es correcta y en el neoliberalismo aumenta el narcotráfico, con proyectos como la Alianza del Pacífico, sólo se puede obtener que el fenómeno se reproduzca en una espiral cada vez más acelerada.
Alumna de la generación 2012
Temas de interés: Lucha de clases, análisis sociales, geopolítica, relaciones internacionales, economía latinoamericana, integración regional.