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El Tercer Tigre


El tigre, felino elegante y ágil de terrible belleza, fue un sueño recurrente del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986)[1]. Uno de nuestros más queridos literatos del siglo XX, quien; sin embargo, no es querido sólo por nosotros. La prolífica y diversa obra literaria de Borges –siempre estampada por complejas alusiones filosóficas y por la desconcertante pluma de la ficción, imaginaria pero asombrosamente verosímil– ha servido como referencia e inspiración de muchísimos pensadores y filósofos, de entre los cuales destacan sin lugar a dudas el polémico e ineludible Michel Foucault[2] y el llamado profeta de la posmodernidad, Jean Baudrillard.

¿Qué han encontrado estos autores en Borges? Una inventiva literaria transgresora de las convenciones “modernistas” establecidas, que encuentra en la escritura ficcional un método adecuado para señalar la versatilidad de la imaginación poética, y en tanto, también la maleabilidad de la realidad que es representada mediante aquélla –así como los posmodernos hallan en la performatividad y el simulacro los modo de ser en la realidad. El entrecruzamiento del arte borgeano y el pensamiento posmoderno tiene lugar en un tramo accidentado de la historia de las ideas “occidentales”: en el reconocimiento de la constitución simbólica de la realidad, registro que atraviesa el poema El otro tigre.

Borges nos remite a los sueños, a sus constantes anhelos por los tigres, habitantes de las selvas, majestuosas fieras vestidas a rayas y sangre. Desde la Biblioteca de Babel o desde su casa en Buenos Aires, el poeta piensa en el felino en lejanos y casi míticos lugares, ejecutando “su rutina de amor, de ocio y de muerte”. Una reflexión vespertina hace al poeta reconocer el fracaso en su intención de recrear al tigre de Sumatra o Bengala, de traer a la vida al tigre real, al verdadero: “Cunde la tarde en mi alma y reflexiono / que el tigre vocativo de mi verso / es un tigre de símbolos y sombras, / una serie de tropos literarios / y de memorias de la enciclopedia / y no el tigre fatal”.

Dos tigres: “Al tigre de los símbolos he opuesto / el verdadero, el de caliente sangre, / el que diezma la tribu de los búfalos”. El soñador anhela apasionadamente asir al tigre real, “el verdadero” como él mismo lo llama pero, escéptico, reconoce que “…ya el hecho de nombrarlo / y de conjeturar su circunstancia / lo hace ficción del arte y no criatura / viviente de las que andan por la tierra”.

El símbolo recubre al tigre “real”, exclusivamente material, pero no ocultándolo, sino haciéndolo inteligible. Sin esa ficción que hace del tigre una “serie de tropos literarios”, el soñador borgeano no podría imaginar siquiera al tigre. Y a pesar de que es muy consciente de que su tigre “será como los otros una forma de mi sueño, / un sistema de palabras / humanas y no el tigre vertebrado / que, más allá de las mitologías, pisa la tierra…”, insiste en su tarea de hallar al tigre real. El que se halla debajo del símbolo, “más allá del mito”. Tarea en cuyo éxito francamente duda: “pero algo / me impone esta aventura indefinida, / insensata y antigua, y persevero / en buscar por el tiempo de la tarde / el otro tigre, el que no está en el verso”.

Ni el soñador de El otro tigre ni nadie hallará jamás a ese tigre fuera del lenguaje, al margen de lo simbólico. Borges, en su sabiduría, declara: “Un tercer tigre buscaremos”. Ese tercer tigre es el único tigre capaz de encarnar la realidad. Constituido tanto de materialidad –huesos y carne y un manto hermosamente rayado– como de “vocativos” y “tropos”.

Nuestro tercer tigre representa la complejidad de la realidad humana, atravesada siempre por un significante “real” que se hace necesariamente inteligible mediante un significado simbólico y casi fantástico como los tigres azules de Borges.

Un tercer tigre buscaremos.

Pero claro está que no somos zoólogos, mucho menos cazadores; tras Borges, nosotros declaramos como antihumanistas: una tercera realidad buscaremos.

El otro tigre (1960)

Pienso en un tigre. La penumbra exalta

La vasta Biblioteca laboriosa

Y parece alejar los anaqueles;

Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo,

Él irá por su selva y su mañana

Y marcará su rastro en la limosa

Margen de un río cuyo nombre ignora

(En su mundo no hay nombres ni pasado

Ni porvenir, sólo un instante cierto.)

Y salvará las bárbaras distancias

Y husmeará en el trenzado laberinto

De los olores el olor del alba

Y el olor deleitable del venado;

Entre las rayas del bambú descifro

Sus rayas y presiento la osatura

Bajo la piel espléndida que vibra.

En vano se interponen los convexos

Mares y los desiertos del planeta;

Desde esta casa de un remoto puerto

De América del Sur, te sigo y sueño,

Oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexiono Que el tigre vocativo de mi verso Es un tigre de símbolos y sombras, Una serie de tropos literarios Y de memorias de la enciclopedia Y no el tigre fatal, la aciaga joya Que, bajo el sol o la diversa luna, Va cumpliendo en Sumatra o en Bengala Su rutina de amor, de ocio y de muerte. Al tigre de los símbolos he opuesto El verdadero, el de caliente sangre, El que diezma la tribu de los búfalos Y hoy, 3 de agosto del 59, Alarga en la pradera una pausada Sombra, pero ya el hecho de nombrarlo Y de conjeturar su circunstancia

Lo hace ficción del arte y no criatura Viviente de las andan por la tierra.

Un tercer tigre buscaremos.

Éste Será como los otros una forma

De mi sueño, un sistema de palabras

Humanas y no el tigre vertebrado

Que, más allá de las mitologías,

Pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo

Me impone esta aventura indefinida,

Insensata y antigua, y persevero

En buscar por el tiempo de la tarde

El otro tigre, el que no está en el verso.

[1] Además del poema objeto de reflexión, hay otro titulado El oro de los tigres, y también un cuento que se desenvuelve bajo el nombre de Los tigres azules.

[2] En la Presentación (pp. 11-18) del libro Foucault y el poder, México, UAM-X, 2005, María I. García Canal, su autora, hace una interesante aproximación al pensamiento foucaultiano a través de tres cuentos de Borges, entre los cuales está Los tigres azules.

Alumno de la generación 2011. En proceso de titulación con una tesis sobre el debate alrededor de la posmodernidad filosófica en América Latina y la emergencia de una crítica de la razón latinoamericana.

Temas de interés: filosofía y pensamiento social posmoderno, las relaciones tecnológia subjetividad e hibridez cultural.

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