En los últimos días hemos observado en los medios de comunicación internacionales la serie de protestas que han asolado a distintos países de América Latina como Ecuador, Guatemala, Brasil y México. Las razones de la movilización social son variadas y distintas, sin embargo el problema analítico parece similar: ¿Qué es lo que da pie a la acción social colectiva? Entendiendo acción social no como las relaciones que están en la vida cotidiana, sino cuando esa vida cotidiana se ve interrumpida por una coyuntura en la que salen a las calles cientos de miles de personas y que parecen tener objetivos en común, aunque sus extractos sociales parecen ser de lo más disímiles.
Para resolver esta pregunta, señalaré los mencionados casos:
Brasil y la presidenta Dilma Rousseff, enfrentan una triple crisis: económica, política y social. Las movilizaciones de las últimas semanas exigen su renuncia por los escándalos de corrupción relacionados con la empresa paraestatal Petrobras. Un aspecto que llama la atención es el hecho de que en las últimas movilizaciones, y según algunas noticias por Internet, se vieron carteles con frases anticomunistas y anticubanas:
“Es que los cambios dramáticos ocurridos en las relaciones de la Isla con Estados Unidos, no llegaron todavía a algunos sectores de las clases medias nativas que piensan en La Habana como el símbolo del “maldito” comunismo. Tanto es así que desde uno de los camiones con alto parlantes se bramaba la consigna: “El que no salta es comunista”. El vehículo pertenecía a la facción Brasil Livre. Ante esa multitud de clase media, profesional y bien vestida, preferentemente blanca, nadie recordó la masacre ocurrida hace escasos días en la periferia de San Pablo, donde 19 personas perdieron la vida bajo las balas de escuadrones de la muerte.Más todavía, el secretario de Seguridad del estado paulista, Alexandre de Moraes, pasó por la marcha y fue saludado calurosamente por los manifestantes que lo reconocieron: “Viva la PM (policía militar)” gritaron.”[1]
El caso guatemalteco es relativamente similar: el pasado 27 de agosto se vivió un paro que prácticamente paralizó al país exigiendo la renuncia del presidente Otto Pérez Molina relacionado con prácticas corruptas con empresas para evitar impuestos aduaneros. Las movilizaciones en contra de él y de más de 100 funcionarios públicos datan de principios de año cuando salieron a la luz los múltiples escándalos por corrupción. De hecho, la vicepresidenta Roxana Baldetti fue obligada a renunciar y actualmente está en proceso de ser trasladad a un penal civil de mujeres. Los manifestantes también solicitan cambios en materia electoral pues el 6 de septiembre se celebrarán comicios y muchos de los candidatos están acusados de corrupción.
En Ecuador, las movilizaciones no han sido específicamente contra la corrupción, sino que los manifestantes exigen cambios en las políticas gubernamentales: Archivo definitivo de las enmiendas Constitucionales, devolución inmediata de los Fondos de Cesantía perteneciente a los trabajadores, revocatoria de la Ley de Aguas y su reglamento, derogatoria del Decreto 16, suspensión inmediata de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, detención inmediata de las actividades extractivas en el Yasuní, Cordillera del Cóndor, moratoria de todas las concesiones mineras, la libertad adyacente de todos los defensores de la madre Naturaleza y de los Derechos Humanos injustamente judicializados.
El tema de la explotación sustentable de los recursos naturales es un tema que en Bolivia y Ecuador causa mucha polémica, pues en ambos países se estableció en las modificaciones constitucionales que la explotación debería ser mucho más mesurada que antes. Incluso en Ecuador se nacionalizó y protegió la reserva natural del Yasuní, sin embargo debido a la presión económica, el gobierno tuvo que retirar esa protección empezando con la explotación de la reserva. En general, las exigencias de los ecuatorianos movilizados, principalmente indígenas, son en contra del modelo neo-extractivista. Es importante señalar que ante las movilizaciones de la oposición a Correa, sus simpatizantes también se han movilizado y defendido al gobierno. Evidentemente no han recibido el mismo trato, pues ahora las movilizaciones son para exigir la libertad de todos los presos producto de los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.
En México las cosas no son distintas en cuanto a movilización y descontento social, aunque las causas sí difieren: la desaparición de 43 normalistas en septiembre de 2014. La aparición con vida de ellos y de cientos de miles más ha sido abrazada por cientos de miles de personas en todo el mundo. Según aproximaciones de medios independientes, en algunas movilizaciones, los asistentes llegaron a ser cerca de un millón, cifra histórica para nuestro país y para la Cd. De México. Aunque la consigna principal es por la aparición con vida, no dejan de existir consignas como: “Peña no es mi presidente”, “Peña Renuncia”.
En todos estos casos podemos observar que los sectores populares de izquierda, no son los únicos que deciden salir a las calles o protestar en formas de acción colectiva concreta: en Brasil, muchos de los movilizados piden el regreso de la dictadura, en Ecuador se organizan grupos de indígenas apoyados por grupos de empresarios que no han sido favorecidos por las políticas extractivistas de Correa, en Guatemala participaron en el paro empresas como Domino´s Pizza o McDonald´s.
Todos los sectores mencionados (populares, empresariales, de izquierda o de derecha) son actores políticos con distintas capacidades de incidencia ya sea mediática, económica, política o social. Sobre todo en los casos sudamericanos, me parece además que hay una cierta seguridad de que lograrán sus demandas, pues existen precedentes de gobiernos que han sido depuestos gracias a que la gente se vuelca en las calles. En otros casos, por ejemplo el mexicano con una tradición autoritaria histórica, hay certeza de que para lograr la salida de un presidente no basta con salir a las calles a gritar.
Lo que parece unir a todas estas movilizaciones es la concreción de la furia popular en una persona pues en todos los lugares se exige la renuncia del Presidente, pero en realidad, el problema parece más grave: los grupos sociales se movilizan e incluso se manifiestan violentamente “cuando entran o salen del sistema político, cuando están adquiriendo o perdiendo posiciones en una lucha por el poder”[2]
En ese sentido, los siguientes meses y años serán bastante interesantes pues sabremos cómo quedó dicho sistema político, quiénes perdieron y quienes ganaron en cada uno de los países mencionados. ¿Apuestas?
[1] http://www.clarin.com/mundo/Dilma-protestas-Brasil_0_1413458989.html
[2] Melucci, Alberto. Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. Centro de Estudios Sociológicos, COLMEX, 1ª edición 1991, pp. 34.
Alumna de la generación 2012
Temas de interés: Lucha de clases, análisis sociales, geopolítica, relaciones internacionales, economía latinoamericana, integración regional.