Hace un par de días me encontraba cultivando mi ocio/información en Facebook. Revisaba el contenido que compartían mis amigos, amigas y contactos, cuando me topé con una discusión interesante surgida a partir de dos publicaciones aparentemente nimias, pero que tenían bastante relación entre sí.
Por cuestiones de espacio no podría reproducir íntegra la primera de las publicaciones de la que quiero hablar. Lo que sí puedo contarles es que básicamente mostraba el “contrataque” de un hombre que respondía a una mujer que aseguraba que “los hombres que tienen miedo del feminismo, en realidad, sólo temen que les tratemos como ellos nos tratan a nosotras”. Seguido a esta frase, se desplegaba una serie de comentarios del sujeto ya mencionado, que reivindicaban a grandes rasgos lo que conocemos como “caballerosidad”.
Ahora bien, lo que me importa señalar de este cuadro es el debate en torno al feminismo que surgió a raíz de esta publicación. Independientemente de las celebraciones a la contestación del hombre, lo que me parece preocupante, o al menos una alerta, es que generalmente se desconocen los orígenes del feminismo, por lo que es fácil malinterpretar sus objetivos. Quien esto escribe se limitó a comentar que se estaba dando una idea sesgada del feminismo, y que la respuesta del orgulloso caballero pasó por un “argumento infalible”, que simplemente enlistaba burdamente todos esos comportamientos deferentes que son, más bien, la parte "amable" del machismo.
Recordemos que el feminismo es una corriente que pugna por la equidad entre los individuos, sin partir de su sexo y su género. Se llama feminismo porque reivindica –con rastros desde el siglo XVII- el movimiento de las mujeres que históricamente han puesto en la escena política el sistema de desigualdad social sustentado en supuesta diferencias esenciales entre los sexos.[1] El nombre responde más bien a un tributo que a un encumbramiento de la mujer sobre el hombre, una creencia sorprendentemente común aun en estos tiempos.
Ambas posturas, considerar válido y celebrar el “contrataque” del varón, así como no complementar la reflexión sesgada de la mujer, contribuyen a fomentar la desinformación y la visceralidad. Es así que pienso que la publicación recreada anteriormente, es una muestra de la tergiversación ampliamente difundida sobre la razón de ser del feminismo. Sin embargo, no podemos pasar por alto que, entre las mismas personas que asumen esta ideología, el desconocimiento o el olvido de una perspectiva inclusiva están presentes. Vicios del radicalismo, pienso.
Pero fue otro “post” el que me hizo reflexionar sobre algunas muestras de cómo se está llevando a cabo la lucha feminista desde diversos contextos.
Dicha publicación contraponía dos escenarios: por un lado, manifestaciones cotidianas contra las costumbres del “recato femenino” (visibilización de la menstruación, decoración del vello axilar, entre otras) llevadas a cabo en los países occidentales; por otro lado, las autodefensas femeninas kurdas que combaten los asaltos del llamado Estado Islámico.
Admito que me entusiasma la organización autodefensiva de las kurdas, sin duda un ejemplo de lucha para salvaguadar su integridad y vida mismas. No obstante, creo que los contextos son tan disímiles que, visto desde una mirada superficial, el tipo de lucha de las kurdas opaca por su necesario radicalismo a otras contiendas libradas en circunstancias menos drásticas. Creo que el post en cuestión pretende evidenciar cierto grado de banalización de algunas causas de los movimientos feministas en occidente, lo cual, si bien no es del todo falso, sí es cuestionable en muchos casos.
Digamos que en ciertas partes de occidente y en la propia América Latina, numerosas luchas feministas se han enfocado a remanentes cotidianos de opresión o desigualdad, como los micromachismos. No obstante, me parece que no podemos considerar equivalentes e igualmente legítimos las protestas y acciones contra las altas tasas de feminicidios y el las protestas a favor del “derecho” a teñir el vello axilar.
Una reflexión surgida desde América Latina, nos conduce necesariamente a reconocer que las batallas libradas y que abrazan causas feministas se desenvuelven en distintos niveles, en escenarios diversos y con logros conquistados –como el derecho al aborto legal o los casamientos entre personas del mismo sexo-, pero con muchos otros objetivos pendientes.
La conclusión que obtengo de esta experiencia es que los debates en torno al feminismo a este nivel demuestran que no es una cuestión superada, sino que es todavía vigente. Sin embargo, se tiene que considerar que el feminismo como corriente política e ideológica se ha diversificado y ha respondido a las necesidades de los innumerables contextos en los que tiene injerencia. El feminismo no es uno sólo, como bien lo muestran los feminismos comunitarios surgidos desde Bolivia, que reconoce el ámbito local de cada lucha feminista y ven en el neoliberalismo y la subordinación de los pueblos otro frente de lucha. Una muestra de que nuestra región impone sus particularidades, y se despliega en cuantiosos matices ante la dicotomía de un extremadamente hostil Kurdistán, y algunas muestras de banalización de las causas de los movimientos feministas en otros países occidentales.
No olvidemos que el feminismo comenzó como una forma de percatarse y denunciar que gran parte de lo que nos parece “natural” –y no sólo lo que concierne a la mujer- es una construcción social y cultural que, así como privilegia, oprime en muchos sentidos y a todo individuo en cierto grado.
La vulnerabilidad sigue siendo fácil de obtener y por muchas razones, lamentablemente. El ser mujer, homosexual, minoría étnica u otras condiciones siguen siendo razón suficiente para ser violentado. Ya sea en el Kurdistán, en América Latina u otras latitudes, el feminismo ha de ser feminismo hasta que no se llegue a una etapa en la que la integridad misma no esté constantemente en riesgo y la condición humana no sea impune y cotidianamente devaluada.
[1] Estela Serret, ¿Qué es y para qué es la perspectiva de género?, Oaxaca, Instituto de la mujer oaxaqueña, 2008, p. 15-18.
Tema de tesis: representaciones de la masculinidad en
"Trilogía sucia de la Habana" de Pedro Juan Gutiérrez.
Temas de interes: literatura erótica,"el periodo especial" cubano,
estereotipos de género
Otras actividades: miembro del Comité de Relaciones Académicas en
"Revista de Humanidades Populares", interés por la creación literaria,
tengo un cuento publicado en "Hysteria. Revista de Sexualidad y Cultura".