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Linda Acosta

El Doce, con de “D” de discrepancia y diversidad


Desde Madrid se puede ver la falta de consenso que hay para celebrar un doce de octubre, pues tanto de uno como del otro lado del océano Atlántico crea discrepancias. Hablar de América Latina, y en el mejor de los casos estudiar el “nuevo continente” de modo concentrado, tiene como inevitable tarea conocer parte del continente europeo. De los países que fueron buscando rutas para una mayor ventaja comercial (con todo lo que ello signifique) hasta el libre mercado, es con España con quien los sentimientos afloran de manera compleja, y no sólo.

En una fila para conseguir entradas gratis, como asistente al ciclo de cine mexicano contemporáneo en la Casa de América de Madrid, se desató una acalorada discusión entre un republicano de 77 años y una mujer de cerca de 45 veranos que justificaba las atrocidades del régimen franquista[1]; dicha mujer parecía ignorar que cientos de miles de españoles habían llegado a Cono Sur, México y a otros países de América Latina en busca de refugio contra las atrocidades del dictador español. El hombre recordaba, en las imágenes de las películas, las calles que le eran descritas por carta de algún ser querido desde Jalisco, a quien no pudo volver a ver. Hace más de 10 años Aurora, con sus sesenta y una ligera maleta, llegó desde la Ciudad de México a conocer Madrid donde sus padres vivían antes de la guerra y a donde ellos nunca pudieron regresar. Aurora, defensora de los derechos humanos en México, se deshizo en lágrimas al ver los patos del parque del Buen Retiro, tan similar a los patos de Chapultepec; de novios sus padres iban al Retiro a dar de comer a las aves, me dijo.

Milena llegó a Madrid huyendo de la Isla, al igual que Jesús, sus abuelas fervientes revolucionarias apoyaron a Castro; sin embargo la nueva generación ya no comulgaba con las políticas del régimen; curioso cuando se habla del encuentro de dos mundos, Jesús tuvo un abuelo de China y tiene familia en Miami. Paz llegó de Buenos Aires, durante la crisis de 2001;[2] no ha perdido su bello acento porteño, su hija nació en España y tiene 2 años, crecerá en el medio rural español. Mientras recuerdo esto, miro a los “manteros”, es decir, los vendedores ambulantes que han llegado de Senegal, el Congo o Malí. Cierto. Ya no son tratados como mercancía, amenazados con el fuego de la pólvora para ser trasladados a las Américas como sustitutos de indígenas rebeldes a los que se les dio muerte hace cientos de años con el “Jesús mío” en la boca y el hierro en la mano. Ahora se va a sacar Coltán, por ejemplo, al Continente Madre. Hoy en día se expulsa con venenos en la tierra y en lagos a miles de gente que llegan buscando una vida mejor en Europa. ¿Acaso no era una vida mejor lo que buscaban cientos de musulmanes y judíos obligados a zarpar, como carne de cañón, en los buques que salieron desde el Reino de España hacia América?

En Sambo Creek, una aldea garífuna de la costa Atlántica de Honduras se lucha contra la privatización del río, lo hacen como los nativos, aunque sean afrodescendientes huidos de los barcos de esclavistas en torno a 1796, lo hacen también como pueblos trasplantados en el continente americano.

Queda claro que el consenso para celebrar un doce de octubre es bastante complejo, por no decir vergonzoso y, en el peor de los casos desde Madrid (mientras veo desfilar la cabra de nombre Pablo, mascota de uno de los brazos armados del Estado español), una afrenta para los propios ciudadanos que se encuentran en la península por sus diversas razones irresueltas. Las historias se han entretejido tanto con nudos y torcidos. Ya no se trata sólo de ver cuál es el bando menos sanguinario (porque se sigue sangrando tanto a los que llegan indocumentados de uno u otro lado, como a los árboles talados por las transnacionales), sino de transformar el rumbo al aceptar la riqueza lingüística, la diversidad cultural, mientras se recupera el conocimiento originario como parte del rescate de uno mismo. Todavía hay que llenar de contenido la idea de interculturalidad y plurinacionalidad, no basta con decretarlo;[3] pero es un camino.

En Madrid han surgido varias reflexiones (como por ejemplo buscar un consenso para una nueva fecha para la fiesta nacional). Es cuestión de imaginar un futuro distinto, de reflexionar profundamente, sin darse golpes de pecho; porque nadie tiene que pedir perdón por algo en lo que directamente no fue mano ejecutora. También se está a tiempo de asumir, de manera responsable, la construcción de espacios comunes, lo cual es una mejor elección que ser cómplice de la supuesta “superioridad”. Finalmente España no es la misma del Medioevo, aunque se empeñen algunos; como tampoco lo es Latinoamérica. Nuestra comunidad latinoamericana con España y Portugal es iberoamericana, y la humanidad es nuestra verdadera nación.

Referencias

Casas, Bartolomé (2014). Brevísima relación de la destrucción de las Indias (2da. ed.). Alianza Editorial, Madrid: España.

Dierckxsens, Wim (2014). Población, fuerza de trabajo y rebelión en el siglo XXI ¿De las revueltas populares en Europa a la rebelión mundial? DEI, San José: Costa Rica.

​[1] Junquera, Natalia (15 de noviembre de 2103). La ONU insta a España a cumplir “su obligación” y buscar a los desaparecidos. El País, disponible [en línea, consultado (12 de octubre de 2015)]: http://politica.elpais.com/politica/2013/11/15/actualidad/1384521012_539699.html

[2] Ruíz, Iván (17 de Junio de 2014). La generación perdida regresa a Argentina. El confidencial, disponible [en línea, consultado (11 de octubre de 2015)]: http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-06-17/que-fue-de-tu-generacion-perdida-argentina_147437/

[3] En 2011 en la República de Ecuador por decreto presidencial se llamo al doce de octubre “día de la interculturalidad y plurinacionalidad”.

Doctoranda en Ciencias Sociales,

línea de investigación: estudios latinoamericanos, Universidad de Salamanca. Máster en relaciones Internacionales Iberoamericanas, Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Socióloga, Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco).

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