El derecho a la ciudad es un tema que ha cobrado bastante importancia en los últimos años, como preocupación de varios escenarios académicos que reivindican espacios urbanos más equitativos y justos, así como componente fundamental de organizaciones sociales que adelantan procesos de movilización y lucha en las ciudades. Aunque parezca algo reciente, sus antecedentes se remontan al año 1968, donde el geógrafo Henri Lefebvre, en su obra Le droit á la ville [El derecho a la ciudad], menciona que los ciudadanos deben volverse los sujetos protagónicos del devenir de éstas, en un contexto en el que el capitalismo industrial se apoderaba de la vida en los escenarios urbanos.
Recientemente, el geógrafo radical David Harvey, en su texto Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana, dedica un capítulo para abordar la forma de entender el derecho a la ciudad, y lo sitúa en el marco del capitalismo contemporáneo. Harvey menciona que los derechos humanos han cobrado un aparente protagonismo en el mundo y han sido uno de los pilares fundamentales, en lo que se pretende pensar la política. Sin embargo, estos han estado desprovistos de una lectura que reconozca las consecuencias negativas del neoliberalismo y, por ende, son un hecho despolitizado. En este escenario, él propone que el derecho a la ciudad deba ser uno fundamental, el cual nos permita a todos ser actores centrales en la determinación de los cambios urbanos.
En el capítulo uno de Ciudades rebeldes..., el derecho a la ciudad se define como algo:
Mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo a nuestros deseos. Es, además, un derecho más colectivo que individual, ya que la reinvención de la ciudad depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo sobre el proceso de urbanización. (Harvey, 2012: 19)
Tanto Lefebvre como Harvey aluden a algo esencial en relación a lo que se persigue; es el hecho de que son las personas las que deben poseer la soberanía para decidir sobre el devenir de sus ciudades, y con ello sus formas de vida. Respecto a lo anterior, es claro que son nuestras necesidades y proyecciones las que deben determinar las agendas que orientan los desarrollos urbanos, en tanto soñar en una ciudad para todos implica pensar la vida que queremos vivir, los espacios que queremos habitar y los males que queremos acabar.
La importancia de este tema radica en dos cosas principalmente: por un lado, se trata de una apuesta esencialmente emancipadora que propende por el empoderamiento de los ciudadanos, en función de consolidar una autodeterminación urbana (entendida como la autonomía de las personas para construir el devenir de las ciudades). Por otro lado, implica reivindicar modelos que promuevan una reconfiguración del espacio, de tal forma que la igualdad, la justicia social y el acceso a unas condiciones de vida digna sean los pilares fundamentales del desarrollo social y urbano de las ciudades.
Bibliografía
Harvey, D. (2012). Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana. Ediciones Akal. Madrid, España.
Estudiante VIII semestre Licenciatura en educación básica con énfasis en Ciencias Sociales. Línea de investigación didáctica del medio urbano.
Grupo de investigación Geopaideia. Universidad Pedagógica Nacional de Colombia.
Twitter: @Cristian24Parra