El pasado domingo 25 de octubre fue un momento de decisiones para cuatro países latinoamericanos, ya que en Argentina, Guatemala y Haití hubo elecciones presidenciales, mientras que en Colombia se eligieron varias autoridades regionales. La atención se ha concentrado principalmente en Argentina, ya que el kirchnerismo se ve amenazado después de 12 años de gobierno, y con ello también se ve amenazado el bloque progresista de la región.
Los resultados de las elecciones en Argentina sorprendieron a todos, ya que el candidato de la oposición de la derecha Mauricio Macri logró un 34.4%, mientras que el candidato del kirchnerismo, Daniel Scoli, obtuvo un 36.8%. En Argentina una diferencia tan pequeña implica que habrá una segunda vuelta, la cual tendrá lugar el próximo 22 de noviembre. Para esta segunda vuelta será decisivo el 21% que obtuvo el candidato que quedó en tercer lugar, Sergio Massa.
Pase lo que suceda el 22 de noviembre el mensaje es claro: la ciudadanía quiere cambios. Entre los factores que pueden explicar este cambio en los votantes argentinos podemos señalar los siguientes; en primer lugar, hubo un aumento en un 8% de la participación electoral, esto es que sectores que antes no se habían sentido interpelados por el kirchnerismo ahora sí están participando señalando que quieren un cambio, habría que analizar qué sectores son estos; en segundo lugar, se ha señalado que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha tendido a una posición de centro, lo cual disminuye las diferencias ideológicas entre los candidatos, a esto se suma que Scoli ha profundizado esta tendencia; en tercer lugar, Macri supo hacer una campaña en la que no confrontó directamente al gobierno de Cristina, sino que reconoció sus logros y se propuso darles continuidad, pero también expresó que es necesario cambiar, se presenta como una derecha respetuosa de los derechos y beneficios adquiridos por las masas peronistas.
A lo anterior hay que sumar que no sólo votan los ciudadanos, también los capitales financieros internacionales han jugado un papel importante desde hace años en Argentina. Es sabido cómo han contribuido a crear una crisis económica en Argentina a través de los fondos buitres en años pasados, desgastando así al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, lo cual también ayuda a entender el desencanto actual. Pero en esta coyuntura los capitales financieros también están jugando su papel: sólo al conocer que Macri prácticamente había empatado con Scoli las acciones en la bolsa de valores ha subido un 12% señalando que los inversionistas extranjeros apuestan por el gobierno de Macri.
Por su parte, en las elecciones de Guatemala no hubo ningún resultado polémico: el cómico Jimmy Morales ganó contundentemente con un 67%. Ante la atropellada salida de Otto Pérez Molina tras los escándalos de corrupción la sociedad guatemalteca expresó su hartazgo de la clase política tradicional en las urnas. El ahora presidente electo de Guatemala, el comediante Jimmy Morales, supo capitalizar este descontento social a través de un discurso claramente “anti-político”, en el que tiró pestes contra la clase política tradicional, se mostró como honesto y trabajador, expresó frecuentemente su religiosidad y tuvo un discurso fresco, lleno de humor.
El nuevo presidente niega el genocidio guatemalteco, está en contra de la interrupción legal del embarazo, a favor de la pena de muerte y admite sin tapujos que no tiene ninguna experiencia política, pero argumenta que en realidad no importa, ya que es honesto, y con la honestidad basta para gobernar —en este sentido, es un claro seguidor de Andrés Manuel López Obrador. Su slogan de campaña fue “ni corrupto ni ladrón”, el problema es que no dice qué es. Hay una total ausencia de un programa político, sólo se percibe una clara inclinación conservadora. Jimmy Morales ganó gracias al carisma y no gracias a las propuestas de gobierno.
Llama la atención que este tipo de gobernantes son cada vez más comunes. Si en el siglo XIX los gobernantes eran hombres letrados, en la primera mitad de siglo XX fueron abogados y en la segunda mitad del siglo XX tomaron protagonismo los economistas, en el siglo XXI los comediantes, los actores y futbolistas aparecen cada vez más en la política. Parece que cada vez es más importante ser seductor en la pantalla que las ideas políticas.
Finalmente también se llevaron elecciones en Haití y en Colombia. En Haití los comicios se celebraron con violencia en varias regiones a pesar de la vigilancia de Naciones Unidas. Los resultados aparecerán hasta el 10 de noviembre y hay una gran confusión entre quién se perfila como el favorito, esto porque hay cerca de cincuenta candidatos y las encuestadoras no se muestran muy confiables. Habrá que esperar. Por lo mientras sólo queda esperar que el ganador logré resolver la crisis haitina que hace tanto tiempo asola a este país tan castigado por todo mundo y bajo la infructífera tutela de Naciones Unidas.
Respecto a Colombia, el gran ganador de las elecciones regionales fue la coalición del Partido de la U de Juan Manuel Santos, los grandes perdedores fueron la izquierda y la extrema derecha. El partido de Álvaro Uribe, Centro Democrático, perdió importantes sedes como Medellín, mientras que la izquierda perdió Bogotá después de 12 años de gobierno. Por una parte es alentador que Centro Democrático perdiera las elecciones ya que este partido ha sido muy crítico del proceso de paz y su líder, Álvaro Uribe, encabezó durante ocho años una brutal e infructífera guerra contra las FARC-EP. En este sentido se reafirma el respaldo popular al proceso de paz que actualmente se lleva a cabo, aunque quizás habría que lamentar la ausencia de una presencia más fuerte de la izquierda, sobre todo ahora que parece ser que las FARC-EP pasarán a la vida política, quizás un contrapeso a la coalición de Santos hubiera beneficiado a la integración de la guerrilla a al juego político formal colombiano.
Si se hace el balance de las elecciones de Argentina, Guatemala y Colombia —habrá que esperar para hacer el balance de Haití— todo parece indicar que las posiciones de derecha han mantenido sus posiciones en Guatemala y Colombia y han avanzado en Argentina. A lo anterior también hay que señalar que Venezuela también tiene elecciones parlamentarias en diciembre, y se especula que serán las más disputadas en toda la era chavista. Por otra parte en Brasil también se percibe un gran descontento al gobierno de Dilma Rousseff tras los escándalos de corrupción y la crisis política. Esto ha llevado a varios analistas a especular que es posible que el ciclo progresista en América Latina esté en franca caída. Habrá que esperar.
Alumno de la generación 2012
Temas de interés: medios de comunicación, idelogía, industrias culturales, relación política-cultura, historia contemporánea de Venezuela y Colombia.