“Acelerar la acumulación mediante un desarrollo superior de la capacidad productiva del trabajo y acelerarlo a través de una mayor explotación del trabajador, son dos procedimientos totalmente distintos”
Marx, El Capital I
En nuestro México es ya una tradición ver a la clase trabajadora organizada y movilizada, cuando menos cada 1 de Mayo. La sombra de los Mártires de Chicago y otros tantos episodios sangrientos en la larga historia de la lucha de clases genera un ambiente de disposición a construir una mejor sociedad fundada en la justicia laboral. Lo anterior cobijado por una importante cantidad de contenido en redes sociales y algunos medios de información.
La dignificación del Trabajo pareciera hacerse latente a medida que su irrupción política cuestiona por un instante la supeditación estructural del mismo con respecto al Capital. No obstante lo anterior, una vez pasado el episodio irruptivo, todo vuelve a la normalidad. El fenómeno de la irreverencia laboral deja lugar al orden corporativo, y la dignificación del Trabajo a la súper-explotación. La avidez de acumulación no da tregua en nuestra economía, cuyos estragos más profundos recaen en la situación precaria de nuestros trabajadores.
México es el país con el salario mínimo más bajo de la OCDE[1], en comparación se encuentra en la cima con respecto a los países cuyos trabajadores laboran más horas al año[2]. Aunado a ello, en el índice “calidad del trabajo en economías emergentes” -en el cual se incluye la calidad de ingresos, la inseguridad laboral y la calidad del ambiente de trabajo- México se encuentra muy por debajo de los estándares de la OCDE[3]. El panorama es muy complicado para la clase trabajadora, incluso sin considerar el desempleo, el outsourcing, etc.
Ahora bien, ¿por qué se mantiene una situación de precarización y desventaja laboral en los trabajadores mexicanos con respecto a sus pares de otros países? Definitivamente preguntas tan amplias requieren respuestas amplias también. Sin embargo, podemos optar por condensar una serie de condicionamientos sistémicos a nivel nacional e internacional, en lo que podemos denominar contexto de dependencia.
En el funcionamiento en bruto de la economía capitalista mundial, existen ciertos roles y funciones que determinados países llevan a cabo. El lugar ocupado por las distintas economías es un producto histórico y como tal, se explica a partir de la interacción política entre las distintas naciones. Siguiendo esta tónica la división internacional del trabajo se constituyó a partir de las necesidades objetivas de los países centrales, en su mayoría otrora coloniales. Al respecto se constituyeron economías con un papel supeditado a aquellas necesidades. Llamaremos a las primeras economías desarrolladas y a las segundas economías dependientes.
Las economías desarrolladas tienden a producir mercancías con un índice importante de requerimientos tecnológicos, detentan gran cantidad de patentes y su desarrollo científico permite aumentar los índices de productividad del trabajo sin expoliar físicamente al trabajador. Aunado a ello, si bien tienden a exportar una significativa cantidad de mercancías, gran parte de la producción de sus sectores más activos encuentra su realización en el consumo interno. En este sentido, el productor también se presenta como consumidor, y por ello es imprescindible que posea una capacidad de consumo conveniente, la cual se manifiesta en los salarios[4].
Por su parte, las economías dependientes no necesitan gran cantidad de tecnología para producir sus mercancías, ya que generalmente son materias primas, o bienes que no requieren de un complicado proceso de transformación. No generan una buena cantidad de patentes y la poca tecnología utilizada tiende a ser importada. Ante la falta de tecnología, la acumulación se acelera vía la intensificación de la explotación del trabajo en lugar de un aumento en su productividad. Su producción está volcada prácticamente a mercados extranjeros y por ende también la realización de sus mercancías. Por lo anterior, a diferencia de sus homólogos en las economías desarrolladas, los trabajadores de economías dependientes no son un mercado sustancial. Todo ello se refleja también en sus salarios, que tienden a ser bastante más bajos que en las economías desarrolladas[5]. No obstante, también en los países desarrollados hay explotación y miseria, y en los dependientes, enclaves geográficos de opulencia.
Como mencionamos anteriormente los trabajadores mexicanos recienten directamente la condición dependiente de la economía nacional. Ante la necesidad de acumulación por parte de los inversores nacionales y extranjeros, los salarios obtenidos por jornadas extenuantes son insuficientes para llevar a cabo una vida tranquila. Por el contrario, el desgaste físico producido por el trabajo no es compensado ni con capacidad de consumo, ni con certidumbre a futuro. Sumando a lo anterior, el salvaje control corporativo el Trabajo parece mostrar que la única solución para salir adelante es -al parecer- seguirle chingando, como le encanta decir a cierto pusilánime conductor de Televisa.
La condición dependiente de nuestra economía se ha forjado a partir tanto del condicionamiento neo-colonial, como de la falta de un proyecto nacional que impulse una ruta distinta hacia el desarrollo. Para construir este proyecto es necesario que la clase trabajadora despierte de su letargo, pero tal vez no pueda hacerlo por sí misma
[1] Forbes Staff, “México, el país con salario mínimo más bajo en la OCDE”, Forbes [en línea], http://www.forbes.com.mx/mexico-el-pais-con-el-salario-minimo-mas-bajo-en-la-ocde/, fecha de publicación: 3 de agosto 2013, fecha de consulta: 1 de mayo 2016.
[2] IMCO Staff, “Horas trabajadas al año vía OCDE”, IMCO [en línea], http://imco.org.mx/competitividad/horas-trabajadas-al-ano-via-ocde, fecha de publicación: No mencionada, fecha de consulta: 1 de mayo 2016.
[3] OCDE, “Cómo se sitúa México? Employment Outlook 2015”, OCDE [en línea], https://www.oecd.org/fr/mexique/Employment-Outlook-Mexico-ES.pdf, fecha de publicación: Julio 2015, fecha de consulta: 1 de mayo 2016.
[4] Osorio, Jaime, Teoría marxista de la dependencia, México, UAM-X/Itaca, 2016, p. 144-145
[5] Osorio, Idem.
Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, FCPyS-UNAM (Octavo Semestre).
Líneas de investigación: Teoría Política Contemporánea, Empresarios y educación en México, Historia económica de América Latina.
Correo electrónico: jarquinmauro@gmail.com
Cuenta de Twitter: @MaurroJarquin