Existe en la línea editorial de los medios de comunicación mexicanos una clara tendencia a no comprender cómo es que se desarrollan las dinámicas sociales propias de la región latinoamericana. Cegados por la práctica generalizada de repetir lo que los grandes centros del conocimiento europeo y estadounidense producen en boca o pluma de analistas financiados por el Capital privado —adoctrinados en última instancia por Hamilton, Rousseau, Smith, Huntington o Kissinger—, acusan a la izquierda latinoamericana de ser la artífice de todos los males que aquejan a sus sociedades, negando, de facto, un siglo de intervencionismo industrial-militar.
Para esos medios, cuando se trata del mal funcionamiento de la economía mexicana, todo se explica como consecuencia del accionar de las corrientes financieras de la globalización. Sin embargo, cuando es sobre Venezuela, Cuba, Brasil, Ecuador, Bolivia o Argentina (antes de Macri) etc.; el mal dinamismo de todo es el producto lógico —único e invariable— de un proceso endógeno al carácter de los regímenes de gobierno latinoamericanos.
Haría falta ignorar la historia para creer que los regímenes democráticos de la izquierda latinoamericana son los causantes primeros y últimos de las precarias condiciones en las que se encuentran desde hace años. Ayer fueron las dictaduras militares (los Pinochet en Chile, los Fujimori en Perú, los Uribe en Colombia, los Videla en Argentina, los Stroessner en Paraguay, los Somoza en Nicaragua, los Trujillo en Dominicana o los Banzer en Bolivia) los que sangraban a los pueblos de América Latina. Pero hoy ya no.
Ayer también fueron las guerras sucias en contra de los Movimientos de Liberación Nacional (historia en la cual brilla el priismo mexicano). Hoy ya no. Hoy, sin ser suprimidas en su totalidad las viejas prácticas del pentagonismo, son los mercados financieros, el control cambiario, la manipulación de los precios internacionales y el financiamiento de "oposiciones democráticas" lo que depone gobiernos incomodos al gran capital.
Poseedores de vastas reservas de comodities o simplemente contestatarios a Occidente, los gobiernos latinoamericanos no dejan de ser asediados ni un minuto por los grandes intereses que tienen puestos sus ojos en el petróleo venezolano, en las reservas acuíferas bolivianas, en los recursos madereros de Brasil, en las minas de cobre de Chile, en la posición geopolítica y simbólica de la revolución cubana o en las tierras fértiles de Perú. Ya sea a través del discurso monetarista o de la demagogia de los Derechos Humanos, el avasallamiento permanente del Consenso de Washington no cesa de acusar al latinoamericanismo.
La cortina mediática de Occidente (alimentada por los ideólogos de la democracia electorera al estilo American way of...) vocifera sus "análisis" sobre los triunfos y las derrotas de los gobiernos latinoamericanos. Y la vocifera de forma tal que, al ser reproducida por la periferia, se termina por invisibilizar que la "crisis latinoamericana" es el resultado de la puesta en marcha de políticas internacionales diseñadas para ahogar a sociedades enteras en el desabasto y la miseria.
Particularmente es risoria la lectura que presentan "medios objetivos" como CNN, el País, el Clarin y el 90% de la prensa mexicana, así como nuestras televisoras dominantes. Basta leer las notas de Foreign Affairs o del Council on Foreign Relations para saber que el dictamen es el mismo y se repite en todos esos medios, no importa que cambien de rostro y nacionalidad.
Y por supuesto, cuando la región impulsa su defensa contra el imperialismo, quienes braman por la democracia liberal no se cansan de decir que son intentos totalitarios, fascistas y/o "populistas" de coartar la libre determinación de los pueblos que se encuentran “bajo su yugo”. ¡Absurdo desconocimiento de lo que cada una de estas categorías históricas representa, y forma más hipócrita de desvincular el régimen democrático del poder de decisión de la gente no puede existir! Ya lo dijeron los fundadores de Estados Unidos: hay que librar al gobierno del control de la dictadura de las masas. ¡Amén del despotismo ilustrado!
No se trata de ser dogmático con los gobiernos latinoamericanos: defendiendo lo indefendible en sus errores y exaltando sus aciertos. Simplemente se trata de saber cómo, cuando se trata de las reivindicaciones latinoamericanas, la historia de asedio se repite invariablemente. Los mecanismos de desestabilización cambian de acuerdo al contexto en el que se den. Sin embargo, el manual de operaciones sigue siendo el mismo. Macri, Capriles y Cunha no tienen investiduras militares, no obstante, ello no quita que una lectura de sus discursos deje ver que discurren desde la posición en la cual siempre lo han hecho los planeadores de la política exterior estadounidense.
Cuando se trata de «las venas abiertas de América Latina», como dijo Eduardo Galeano, la historia tiene un gran peso que, por ningún motivo, debe ser demeritada, ni mucho menos menospreciada sólo porque la agresión militar queda fuera de foco.
Universidad Nacional Autónoma de México
Licenciatura en Relaciones Internacionales, 8º Semestre en Curso.
Líneas de Investigación:
- Estudios sobre la modernidad/colonialidad/decolonialida
- Marxismo y Pensamiento Crítico Latinoamerican
- Estudios sobre Interculturalidad-Intersubjetividad en América Latina y el Cariibe
- Violencia de Estado, Terrorismo y Narcotráfico en América Latina
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