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Javier Alejandro Macías Roa

Despidiendo a un gran traductor: Gregory Rabassa


El lazo entre escritores hispanohablantes y lectores angloparlantes se viste de luto, ya que el lunes 13 de junio de 2016 ha fallecido Gregory Rabassa, quien tradujo al inglés, entre otros, libros de Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada y La hojarasca), Julio Cortázar (Rayuela, Libro de Manuel y 62: Modelo para armar), y Mario Vargas Llosa (Conversación en la catedral).

Rabassa nació en 1922 en el barrio de Yonkers, Nueva York, hijo de padre oriundo de Cuba y madre nacida en Estados Unidos. Estudió Lenguas Romances en el Dartmouth College (ubicado en el estado de Nuevo Hampshire) y durante la Segunda Guerra Mundial se desempeñó en la dependencia conocida en aquel entonces como Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, por sus siglas en inglés). Al final de la guerra continuó su educación en la Universidad de Columbia, donde hizo un doctorado. [1]

En muchas ocasiones su manera de traducir era peculiar: traducía el libro conforme lo iba leyendo por primera vez y él mismo llegó a confesar que era raro que leyera un libro dos o más veces. [2]

Uno de los detalles más llamativos de traducir Cien años de soledad son los nombres de los personajes: ese laberinto de sangre en el que el hijo se llama igual que el sobrino que ha tomado su nombre del abuelo. Lo que hizo Rabassa fue conservar el nombre completo José Arcadio Buendía sólo en el caso del patriarca. Su hijo es simplemente José Arcadio (en el original en español tampoco se menciona el apellido del hijo) y a su bisnieto se le puede llamar tranquilamente José Arcadio Segundo. Rabassa insistió en manejar el término en español “Segundo”, por medio a que, traduciéndose, el nombre quedara falsamente aristocratizado como “José Arcadio II”. [3]

A esto se le añade el hecho de que los editores solicitaron a Rabassa elaborar un árbol genealógico para que se agregara al inicio del libro, a lo que Rabassa accedió con gusto, aunque en algún momento tuvo dudas: la falta de un árbol genealógico en la edición en español podía contribuir a un deseo del mismo García Márquez de crear fusión (o confusión) entre los personajes: que, después de cien años y muchas generaciones, las diferencias se desdibujaran por la debilidad de la memoria. [4]


Más tarde, por el éxito de Cien años de soledad, la editorial compró los derechos de más obras de García Márquez y Rabassa tuvo más trabajo como traductor. La traducción de La hojarasca traía un desafío ya en el título: en español, el término no sólo hace pensar en hojas, sino en algo inútil. Rabassa no encontró un término en que se encontrasen las dos ideas y se arriesgó titulando al libro Leaf storm (“Tormenta de hojas”, pensando en el fenómeno que deja en ruinas al pueblo). [5]

Su labor como enlace entre García Márquez y los lectores estadounidenses se volvió difícil al traducir un fragmento de El otoño del patriarca para que se publicara en la revista The New Yorker, y esto no sólo por la falta de puntos y los larguísimos párrafos (estos últimos no tan barrocos como los de José Lezama Lima en Paradiso, que Rabassa también había traducido), sino por la utilización excesiva de palabras poco decorosas en español, cuyo equivalente en inglés la revista no quería publicar en un principio, aunque sí se terminó publicando. Deshacer ideas preconcebidas en torno al lenguaje “politícamente correcto” fue, en opinión de Rabassa, uno de los grandes triunfos de la obra de García Márquez. [6]

También llegó a emitir opiniones sobre qué escritores eran más difíciles de traducir: García Márquez usaba pocos regionalismos colombianos y se inclinaba por términos ya muy bien extendidos entre los hispanohablantes (Rabassa incluso calificaba al español garciamarquino de cervantino) y eso hacía fácil el trabajo, mientras que Lezama Lima era difícil gracias a los neologismos. Otro escritor que usaba pocos regionalismos era Miguel Ángel Asturias (y esto último a pesar de la esencia local que se deja sentir en sus novelas). [7]

También se esforzó por traducir a escritores poco conocidos en Estados Unidos y un ejemplo notorio es la novela Siete lunas y siete serpientes, del ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, cuya trama denuncia las injusticias sociales en un ambiente dominado por el realismo mágico. [8]

En conclusión, el gremio de los traductores pierde a un hombre inteligente y comprometido con las posibilidades para entablar diálogo entre la América Latina y la América del Norte.

1 “Muere Gregory Rabassa, traductor de ‘Cien años de soledad’” en La Nación, 14 de junio de 2016, [en línea], <http://www.nacion.com/ocio/literatura/Fallecio-Gregory-Rabassa-traductor-Cien_0_1566843372.html>, fecha de consulta: 14 de junio de 2016.

2 Idem.

3 Rabassa, Gregory, “Sobre el arte de escoger las palabras indicadas”, traducción de Margarita Valencia, en Boletín cultural y bibliográfico, vol. XLVIII, no. 85, 2014, p. 61 [en línea], <http://publicaciones.banrepcultural.org/index.php/boletin_cultural/article/viewFile/639/637>, fecha de publicación: 2014; fecha de consulta: 14 de junio de 2016.

4 Ibidem, p. 61.

5 Ibidem, p. 62.

6 Ibidem, p. 62.

7 Thomas Hoeksema, “The Translator’s voice: an Interview with Gregory Rabassa” en Translation Review, vol I, 1978, [en línea], <http://translation.utdallas.edu/Interviews/Rabassaby_Hoeksema.html>, (no indica la fecha en que se publicó en Internet); fecha de consulta: 14 de junio de 2016.

8 Ibidem.

Alumno del Colegio de Estudios Latinoamericanos, 6º semestre.

Temas de interés: diversidad cultural y cultura popular en América Latina y América del Norte.

Correo electrónico: javier.peculiar.comala@gmail.com

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