Investigar acerca de la arqueología, las cosmogonías, los idiomas y las maneras de ser de los indígenas del continente americano puede ser una herramienta fundamental para entender a un sector de la población que todavía es numeroso en muchas regiones del continente. Incluso los vestigios de poblaciones ya extintas pueden ser útiles para entender la historia, conectar con el pasado y tener ideas claras sobre cómo dichas poblaciones vivieron los acontecimientos de su entorno.
Las disciplinas que se han ocupado de desentrañar los laberintos de las mentalidades indígenas a través de sus mitos han dado a conocer ya un conjunto impresionante de obras. El personaje que, hasta la fecha, ha hecho el esfuerzo más notable por resumir buena parte de dichas obras quizá haya sido el chileno Enrique Margery Peña, autor de Estudios de mitología indoamericana comparada, obra publicada en cuatro tomos por la Universidad de Costa Rica.
Margery Peña nació el 20 de abril de 1935 en Santiago de Chile. Se exilió en Costa Rica en 1974, en los obscuros tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet. En la Universidad de Costa Rica se desempeñó como docente e investigador hasta su fallecimiento, ocurrido el 25 de junio de 2011. Fue Decano de Letras en dicha Universidad entre 1994 y 2002, miembro de la Academia Costarricense de la Lengua a partir de 2006, vicepresidente de la Latin American Indian Literatures Association y recibió el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en dos ocasiones (en 1989 por el Diccionario Cabécar-Español Español-Cabécar y en 2003 por el primer tomo de Estudios de mitología comparada indoamericana).
Los Estudios de mitología comparada indoamericana son una ventana a la obra de una variedad fabulosa de antropólogos y lingüistas que han investigado mitos indígenas. El objetivo de Margery Peña en dichos Estudios es buscar motivos recurrentes en dichos mitos, agrupándolos según las coincidencias que hay entre distintas versiones (mencionaré un ejemplo renglones más adelante). Cabe mencionar que dichas coincidencias pueden ser indicios de influencias entre los pueblos, debido a que dichos pueblos viajaban a través de la vastedad del continente y se relacionaban entre sí, contándose sus mitos.
Por ejemplo, la habilidad y los conocimientos de los indígenas les permitieron observar en el cielo nocturno un conjunto de estrellas a las que los occidentales llaman Pléyades, cuyo origen requirió mitos para ser explicado. Así, algunas versiones de los mitos
mencionaban que las Pléyades habían sido niños conducidos por animales al cielo después de desobedecer a sus padres (estas versiones se recogieron en la región del Chaco, un área geográfica compartida entre Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil, entre indígenas de las etnias de los caduveos y los chiriguanos). Otras versiones indican que los niños danzaban de maneras particulares y las danzas los hicieron elevarse hasta llegar al cielo (versiones recogidas en los Bosques del Este de Norteamérica, entre los onondaga, los seneca y los mohawk). Otras versiones dicen que las personas que habrían de convertirse en las Pléyades habían participado de “Ceremonias de Esclarecimiento”; es decir, ceremonias en que se exponían diversas faltas cometidas por los que asistían a dichas ceremonias y en las que los demás asistentes hablaban a favor o en contra de los que exponían sus faltas (versiones recogidas entre indígenas de etnias bocotá, de Costa Rica, y guaymí, de Panamá). También existen versiones en las que las Pléyades, antes de subir al cielo, eran muchachas perezosas, versiones motivadas por el hecho de que las Pléyades ya no son visibles en la época de las cosechas (versiones recogidas entre los pápagos y los koasatis, de Estados Unidos). La relación de las Pléyades con las culturas de los indígenas es relevante porque nos habla de la inteligencia con que estas culturas ancestrales han visto el cielo nocturno, relacionando las estrellas visibles en distintos momentos del año con distintos hechos de su entorno (por ejemplo, la agricultura).
Otros mitos que Margery Peña analiza se refieren al origen del tabaco (planta importantísima en un área extensa del continente, que se solía asociar con distintos rituales), el poder de las cabezas decapitadas (que en diversos mitos tienen vida aunque no estén pegadas a un cuerpo, y cuyas versiones mayas inspiraron un capítulo de Mulata de Tal, novela alucinante del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Nobel de Literatura de 1967) y el origen del lenguaje humano.
En resumen, los estudios a cargo de Margery Peña aportan, de una manera innovadora, detalles para una mejor comprensión del ser humano y de sus maneras de ver el mundo. Podemos estar seguro de que su esfuerzo será muy apreciado por especialistas y público en general de generaciones futuras, ansiosas de conocimiento sobre las sociedades indígenas y su forma de entender la naturaleza que las rodea.
Estudiante del Colegio de Estudios Latinoamericanos
Temas de interés: diversidad cultural y cultura popular en América Latina y América del Norte.
Twitter: @JavierMac1992
Correo electrónico: javier.peculiar.comala@gmail.com