Colombia atraviesa hoy un momento histórico fundamental: la posibilidad de lograr el desarme de las FARC-EP, y con ello, el inicio de la culminación de una guerra interna que lleva más de 50 años. En este contexto, el discurso en torno a la paz ha jugado un papel central: ha sido la bandera del gobierno de Juan Manuel Santos para lograr el apoyo masivo al plebiscito, ha sido la bandera de las víctimas y distintos sectores sociales que apoyan el acuerdo de paz definido en La Habana, e incluso, ha sido el término central que han utilizado los impulsores del NO, argumentando que buscan una paz verdadera, y que eso no se logrará con el acuerdo ya firmado por el Gobierno y las FARC-EP.
Efectivamente, hablar de paz se convierte en objeto de disputa, puesto que se
trata de una idea abstracta, e incluso, podría decirse inalcanzable, si se aspira a un absoluto coherente, uniforme y donde haya ausencia del conflicto (que también deberíamos pensar si es nuestra aspiración eliminar el conflicto y si eso es posible. Eliminar el conflicto, implica silenciar la diferencia ¿es posible lograrlo sin imposiciones?). Su condición de concepto que reúne nociones ideales, de aspiraciones, viene a determinar la dificultad para lograr un consenso que permita a todo un país estar de acuerdo con su definición. Pero parece que, para la mayoría sí hay un consenso en torno a la paz, y es que ésta, como creación humana, sólo le compete y afecta a los seres humanos. Estamos hablando entonces, de una exaltación del humanismo y el antropocentrismo, que oculta una realidad que pocas personas en el país nos pensamos: el conflicto armado afecta también a los animales no humanos; por lo tanto, pensar en un proceso de paz que inicie con un acuerdo democrático para detener las balas entre dos bandos, también es una paz que, queramos o no, incluye a los demás animales. En torno a esta cuestión reflexionaré.
El plebiscito para apoyar el acuerdo de paz dividió a la población colombiana. Por supuesto, los animalistas no estamos exentos de tal división. Estamos los que votamos por el SÍ, están quienes votaron por el NO, están quienes no votaron y defienden sus motivaciones para hacer parte de esa gran mayoría de abstención (como Pablo Gentili, también pienso que el ganador no fue el NO, sino el “no me meto”[1]).
Lo ocurrido el domingo 2 de octubre en las urnas, encendió el debate, y entre animalistas, la discusión se centró en: ¿Es coherente que alguien vegano (o animalista, para ampliarlo) vote por el NO? Demasiadas personas argumentaron que la política no tiene que ver nada con el “estilo de vida”, no tiene que ver nada con los animales, y que los espacios de discusión sobre veganismo y vegetarianismo no son el lugar adecuado para hablar de política. Más allá de si decidieron votar por el SÍ, por el NO o abstenerse, el punto central es que el conflicto armado sí tiene que ver con los animales y que por lo tanto, lo que ocurre en política sí afecta a los demás animales.
Nada más por presentar un balance: En pacifista.co[2] se publicó un artículo en el que se relacionan zonas de conflicto armado y el peligro que sufren cinco especies: 1. El Tití gris, pues varios individuos de esta especie habitan en la Serranía San Lucas ocupada en 1970 por el ELN, y más tarde por los Frentes 24 y 46 de las FARC; también hay presencia de las autodefensas. 2. La Danta Lanuda, ubicadas en el Macizo Colombiano, zona ocupada en distintos momentos por algunos bloques de las FARC y el ELN. 3. Oso palmero, con presencia en La Macarena, escenario frecuente de combates. 4. La Rana venenosa que habita desde la cordillera occidental hasta el litoral pacífico, que ha padecido la presencia de paramilitares, guerrillas y militares. 5. La Perdiz carinegra, en la región del Catatumbo, zona que también ha soportado la presencia de paramilitares y guerrillas. Además, la organización ecologista Piensa Verde afirma que el conflicto armado interno ha sido el causante de la pérdida de 6’210.000 hectáreas de bosque, hogar de millones de animales de diversas especies. Y, hay que pensar también en algunos animales como perros y caballos que son utilizados en la guerra. Hoy en día, la gran mayoría de grupos armados (incluyendo al Ejército), utilizan cientos de perros para la detección de explosivos, narcóticos, minas antipersonales, vigilancia, entre otras actividades.
Así que, si pensamos por un momento en cuántos animales viven en medio del
fuego cruzado, pensaríamos que es urgente que ese fuego se detenga. Las selvas colombianas albergan a millones de animales que se han visto desplazados, asesinados, y son los muertos que nadie cuenta. Independientemente de cómo entendamos la paz, y qué tipo de paz deseamos, es claro que la paz es con todos los animales, humanos y no humanos; y que la perpetuación de esta guerra victimizará, no sólo a los humanos, sino también a todos aquellos que no aparecen en las estadísticas, pero que sabemos que están ahí y viven una guerra que no han creado.
Por supuesto, la entrega de armas y la reincorporación a la vida civil de los guerrilleros pertenecientes a las FARC-EP no garantizará la paz total para los animales. Aún tienen enemigos, como la megaminería, la deforestación, el comercio ilegal de fauna silvestre, el uso de animales por parte de las Fuerzas Armadas, y los otros grupos armados ilegales que continúan en las selvas. Pero es claro que el número de víctimas reduciría significativamente, y convertiría estas zonas donde hoy conviven las balas y seres sintientes, en lugares donde al menos no se escuche el estallido de la guerra, garantizando mejores formas de vida para ellos. En conclusión, el momento histórico que atraviesa Colombia hoy, exige participación animalista, exige nuestro compromiso por la búsqueda de una paz estable y duradera, y exige que la discusión política también impregne los espacios veganos.
[1] Gentili, P. (2016). Una democracia de abstinentes. En Colombia ganó el “no te metas”. Disponible en: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2016/10/una-democracia-de-abstinentes.html
[2] Cinco animales en el conflicto armado: http://pacifista.co/cinco-animales-que-conviven-con-el-conflicto-armado/
Universidad Pedagógica Nacional, Licenciatura en Ciencias Sociales, décimo semestre.
Línea de investigación: Formación Política y Memoria Histórica, en torno a problemas relacionados con los estudios de género y los estudios críticos animales.
Activista en Veganos Unidos.
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