Los Estudios críticos animales son un campo de investigación transdisciplinar, que tiene como principales aportes teóricos aquellos brindados por las humanidades y las ciencias sociales. En efecto, al ser transdisciplinar, goza de un enriquecimiento teórico que también se nutre de las ciencias exactas, tales como la biología, la etología, entre otras.
En Latinoamérica es un campo de estudio aún desconocido, a pesar de la existencia del Instituto Latinoamericano de Estudios Críticos Animales (nodo latinoamericano del Instituto de Estudios Críticos Animales ICAS) y las publicaciones semestrales que éste desarrolla en la Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales. Posiblemente, el desconocimiento de la existencia de este campo de investigación se deba a que es muy reciente, respondiendo también a que la preocupación por lo animal es joven en nuestras tierras.
Quisiera compartirles de manera sucinta los principales aportes que se están elaborando desde los Estudios Críticos Animales a las humanidades y las ciencias sociales que, en mi opinión, implican fundamentalmente poner en duda el antropocentrismo y el humanismo que reinan en las disciplinas que las componen.
Con la emergencia de propuestas nacientes del posthumanismo, los estudios de género, algunos enfoques de los estudios ambientales, los estudios críticos, los estudios decoloniales, entre otros, las ciencias sociales y las humanidades se han enfrentado a preguntas del tipo ¿por qué el ser humano es el centro de nuestra preocupación teórica?, ¿qué significa ser humano?, ¿en realidad existe una única definición de lo humano?, ¿acaso el discurso humanista no se ha fundamentado en una visión androcéntrica, eurocéntrica y racista?, ¿quién es ese “otro” al que se define como no-humano?, ¿no es acaso el antropocentrismo la causa principal de las violencias que hemos ejercido sobre la tierra, a los demás animales e incluso a los seres humanos considerados de naturaleza animal?
Estas interrogantes ponen en duda “lo obvio”. Preguntas que gozaban de poco interés anteriormente, hoy resultan importantes. Especialmente por el contexto científico y tecnológico de plasticidad al que nos enfrentamos, con la posibilidad de construir autómatas que alcancen las capacidades consideradas como propiedad humana, o incluso seres sentí-pensantes (problema al que se enfrenta la Filosofía de la mente). También, porque podemos potenciar o transformar características nuestras por medio del uso de fármacos, trasplantes, modificaciones corporales, e incluso, la posibilidad de crear a los siguientes humanos por medio de las modificaciones genéticas. Ahora, lo que entendemos por humano no es muy claro que digamos. Capacidades consideradas únicamente humanas se han descubierto presentes en otros animales. Entre esas está la consciencia de sí mismo, la celebración de rituales, el lenguaje y por lo tanto la capacidad de comunicarse.
Ese discurso que en otros tiempos – y hoy en algunos espacios– resultaba indudablemente el ideal occidental, es puesto en tela de juicio. Analizar el humanismo implica reconocer que está basado en un ideal humano que exalta al hombre blanco, europeo, heterosexual, civilizado, culto, etc., como el prototipo perfecto de humanidad. Humanizar es transformar a todos aquellos que no encajan en ese ideal. Históricamente, esa transformación se ha dado por medio de la violencia, que deviene, no únicamente en imposiciones colonialistas, sino también, en la antropomorfización de los seres vivientes no-humanos.
Recogiendo esas críticas al humanismo y al antropocentrismo (éste último, especialmente criticado por conducirnos a la crisis medioambiental, acompañado de un modo de producción capitalista que va en contra de la vida), los estudios críticos animales han encontrado su lugar. Retomando las investigaciones que demuestran las capacidades de los animales no humanos que hacen evidente las increíbles similitudes que compartimos, han puesto en duda fundamentalmente lo que significa ser humano, si esta definición debe darse reconociendo a un otro-animal y negando nuestra propia animalidad, cómo estos discursos que exaltan lo humano como radicalmente opuesto a lo animal justifican opresiones históricamente construidas del hombre blanco sobre aquellos reconocidos como sus opuestos.
De esta manera, planteando discusiones desde el lugar de lo animal, desde el humano en tanto animal, y en la negación de oprimir al diferente, este campo de investigación se convierte en un espacio de reflexión crítico que puede brindar aportes significativos a las ciencias sociales y las humanidades. Puede llegar a resquebrajar lo que hemos dado por hecho –es decir, nuestro objeto de estudio: lo humano y lo social–, brindando las oportunidades para construir saberes más democráticos, donde la voz de la diferencia tenga lugar, debido a que abre la posibilidad de repensarnos, desde lo que hemos considerado nuestra esencia, hasta la forma en que nos relacionamos con los otros.
Universidad Pedagógica Nacional, Licenciatura en Ciencias Sociales, décimo semestre.
Línea de investigación: Formación Política y Memoria Histórica, en torno a problemas relacionados con los estudios de género y los estudios críticos animales.
Activista en Veganos Unidos.
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