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Sharon Elian Barón Muñoz

FEMINISMO Y ANTIESPECISMO: UNA RELACIÓN NECESARIA


El primer movimiento social al que me acerqué fue el animalismo. Empecé rescatando perros, luego decidí ser vegetariana, y a los pocos meses di paso al veganismo. Corría el año 2012 cuando decidí participar activamente en el Colectivo CEA-LA (Centro de Estudios Abolicionistas por la Liberación Animal) que hace parte de Congreso de los Pueblos, una organización política y social colombiana que trabaja a nivel nacional aglutinando diversas luchas y creando propuestas desde las bases; es decir, desde los pueblos, con el fin de construir una vida digna y una justicia social. Dentro de esta complejidad organizativa conocí al movimiento feminista.

Las primeras impresiones que me dejó el feminismo fueron negativas. Mi interés era el bienestar animal y lo demás me parecía importante, pero no apasionante. Así que concentré mis esfuerzos en mejorar mis posturas en torno a lo animal. Descargué bastantes documentos y me di a la tarea de leer todo lo que pudiese sobre la cuestión animal, además empecé a participar activamente en muchos espacios de veganismo y con ello se abrió el debate y el cuestionamiento de mis ideas.

Con el tiempo mi discurso se transformó. De buscar el bienestar animal abracé posturas más radicales, como la lucha por la abolición de la explotación animal. Y en esa radicalización de mis posturas, movimientos como el feminismo empezaron a resultarme más atractivos. Inició entonces un proceso similar: empecé a descargar documentos y a leerlos, a entrar en debates sobre el movimiento. Fue así que los prejuicios en torno al feminismo se fueron derrumbando, y empecé a encontrarlo justo y necesario.

A pesar de eso, inicialmente, para mí seguían siendo dos movimientos distantes, sin vinculación alguna. No podría trazar con exactitud el momento en el cual resultó claro el vínculo entre ambos. En todo caso, es suficiente decir que para mí ese vínculo existe. Y no soy la única que lo piensa; desde la teoría queer, los feminismos posestructuralistas, el ecofeminismo y otros feminismos, han acrecentado las voces que defienden tales relaciones.

Entre esas voces encontramos a Paul B. Preciado, teórico y activista transfeminista, quien en un artículo titulado “El feminismo no es un humanismo” defiende la idea de que el feminismo, en realidad nunca ha sido un humanismo. Esto tiene relación con el tema que trabajé en el texto del mes de noviembre (del presente blog): el humanismo toma como base una definición de lo humano que excluye a aquellos seres humanos que posee características consideradas de naturaleza animal: emotividad, locura, desnudez, carencia de racionalidad, salvajismo, etc.

Alicia Puleo, ecofeminista, ha reconocido esa relación entre dicotomías que justifican la subordinación de las mujeres con la subordinación de los animales no humanos. Al explorar los discursos que han justificado esas sumisiones se encuentran características comunes. La emotividad y la carencia del aclamado pensamiento racional son características que históricamente se les han asignado como propias a los demás animales y a las mujeres.

Además de eso, es claro que la explotación animal es en extremo sexista. Vacas, gallinas, perras, gatas, entre otras, son confinadas a vivir una vida de explotación y violación por el simple hecho de tener la capacidad de reproducirse. Mientras los pollos machos, al no ser rentables para la industria del huevo, son triturados, y sus hermanas son destinadas a vivir los mismos martirios que soportan sus madres. Igual pasa con los terneros en la industria láctea. El sexismo, entonces, trasciende lo humano y se instala en las formas de dominio que establecemos sobre los demás animales.

Tanto el antiespecismo como el feminismo se oponen rotundamente a discriminaciones arbitrarias basadas en características como el sexo, la raza y, en el caso del antiespecismo, la especie. Todas esas discriminaciones son injustificables, establecen jerarquías a partir de características creadas discursivamente para sostener el dominio sobre lo diferente y brindar privilegios a un grupo específico, a costa del sufrimiento y la explotación de otros. Oponernos a esas lógicas de dominación que oprimen a humanos y no humanos amplía nuestras propias fronteras, y posibilita la construcción de un mundo más horizontal y menos violento. En esa construcción es donde creo que debemos abrazar ambas luchas.

Culmino con las palabras de Paul B. Preciado: “El cambio necesario es tan profundo que se dice que es imposible. Tan profundo que se dice que es inimaginable. Pero lo imposible está por venir. Y lo inimaginable es merecido. ¿Qué era lo más imposible y lo más inimaginable, la esclavitud o el fin de la esclavitud? El tiempo del animalismo es el de lo imposible y lo inimaginable. Ese es nuestro tiempo: el único que nos queda”.

Universidad Pedagógica Nacional, Licenciatura en Ciencias Sociales, décimo semestre.

Línea de investigación: Formación Política y Memoria Histórica, en torno a problemas relacionados con los estudios de género y los estudios críticos animales.

Activista en Veganos Unidos.

Correo electrónico: dcs_sebaronm471@pedagogica.edu.co

Facebook: https://www.facebook.com/sharon.e.baron

Twitter: @SharonBarn1 https://twitter.com/SharonBarn1


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