Hace doscientos cincuenta años, en 1767, el rey Carlos III de España público su Pragmática sanción, con la cual decretaba la expulsión de todos los jesuitas de todos los territorios que comprendían su reino. Esta resolución, enmarcada dentro de las reformas borbónicas, tuvo significativas consecuencias en todos sus dominios, pero particularmente en los territorios de ultramar, en las colonias americanas, mismas que sufrieron una repentina alteración en su tejido social, político, educativo y religioso. La historia de la producción de conocimiento americana tomaría otro rumbo a partir de esta medida. Las condiciones del exilio y la desvinculación de sus labores eclesiásticas (1773) llevaron a muchos de estos jesuitas esquivar la inactividad y al ocio mediante la investigación y la escritura.
Las características compartidas entre esos religiosos no son pocas. Todos ellos, por ejemplo, fueron contemporáneos, casi coetáneos, (criterio básico por el cual suelen definirse las generaciones) y todos ellos compartían cierta formación intelectual y espiritual por pertenecer a la misma orden religiosa. La mayoría de ellos eran hispanoamericanos, aunque había jesuitas de muy diversas nacionalidades; conformaron una generación porque sus vidas se desenvolvieron en circunstancias similares, lo cual les permitió compartir cierta “visión del mundo”.
No obstante, el rasgo más distintivo de esta generación no es la temporalidad, ni la nacionalidad ni la hermanad de orden, sino el interés legítimo por América. Este interés que, en muchos de ellos era meramente científico e historiográfico. Estaba acompañado, en otros, de cierto sentimiento de arraigo a la tierra americana, que en la tendencia científico-literaria la “americanista” es un rasgo que los constituye como miembros de una generación, como miembros de la primera generación de americanistas, y a sus trabajos como la primera oleada de estudios americanos.
La lista de nombres es infinita, pero algunos merecen mención especial. Sobre el Nuevo Reino de Granada escribió Antonio Julián; sobre Quito, Juan de Velasco, Vicente Maldonado y Juan Celedonio Arteta; sobre Venezuela, Filippo Salvatore Gilij, José Chantre y Herrera, y José Gumilla; sobre Chile, Juan Ignacio Molina, Felipe Gómez de Vidaurre, y Miguel de Olivares y González; sobre Nueva España, Francisco Xavier Clavijero, Francisco Xavier Alegre, Andrés Cavo, Andrés de Guevara, Diego José Abad, y Pedro José Márquez; sobre Guatemala, Rafael Landívar; y sobre Paraguay, José Sánchez Labrador, Domingo Muriel, Florián Pauke, Thomas Falkner y José Manuel Peramás.
Cuando llegaron al viejo continente se enteraron de la popularidad y gran aceptación que tenían las obras que habían escrito sobre América autores ilustrados como Buffon, Pauw, Raynal y Robertson. Pero, al revisar estas obras, los jesuitas las encontraron plagadas de errores y de presupuestos ideológicos. Ellos supieron desenmascarar la verdadera postura de tales autores, oculta por su lenguaje pretendidamente científico y neutral; ellos lograron vislumbrar el fundamento antiamericanista y eurocéntrico de sus escritos. De modo que, estos jesuitas expulsos se convirtieron en los adversarios frontales de esos escritores.
Las herramientas metodológicas con las que contaban les permitieron desmontar el engaño epistemológico que esos autores europeos se habían encargado de difundir. En primer lugar, sus obras sobre América no aspiraban a la generalidad abstracta, sino que permanecían en la particularidad concreta: siempre escribieron sobre una región específica del continente. En segundo lugar, la larga y bien asentada tradición documental de la Compañía les permitió escribir obras mucho más y mucho mejor documentadas, que incluso rallaban en la erudición enciclopédica. Esta tradición les permitió, también, desarrollar intuitivamente una visión histórica de los fenómenos sociales y culturales de la región: no escriben en términos ahistóricos. Y, finalmente, los jesuitas contaban con una ventaja infranqueable sobre sus adversarios: la experiencia empírica directa. Ellos no escribieron sólo a partir de los relatos que llegaban de América, sino desde sus propias vivencias en el continente.
En fin, esta primera generación de americanistas estaba unida por cierta tendencia metodológica, completamente contraria a la de aquellos ilustrados europeos –lo cual no implica que no haya sido también ilustrada–. No obstante, en sus escritos reinaba la indeterminación metódico-disciplinar: eran historiadores, naturalistas, literatos, filósofos, juristas a la vez, eran de cierto modo interdisciplinarios. Lo cual se debe a que en aquella época comenzaban a gestarse los actuales campos del saber. Por eso mismo, muchos de ellos han sido tildados de pioneros en la etnología, la antropología o la lingüística modernas.
A pesar, de que sus trabajos no “hicieron escuela”, considero que hoy deben aquilatarse sus métodos, sus ideas, su perspectiva, para ver lo que virtualmente se ha desarrollado en los actuales escritos (latino) americanistas. Qué mejor momento que el cincuentenario del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. De qué modo puede considerarse a esos jesuitas como una raíz o un antecedente de estos estudios, lo dejo a consideración.
Considero que el trabajo de estos autores deben recuperarse y reactualizarse críticamente. Sus trabajos no fueron asépticos –muchos de ellos están inscritos en una lógica cristianizante, hispanicista o colonialista–, por tanto su lectura tampoco puede serla. Pienso que hace falta considerarlos como una corriente intelectual unida y articulada. Una interpretación de este tipo permitiría ubicar su labor intelectual dentro de un movimiento histórico mucho más amplio que el que le han asignado sus comentaristas del siglo pasado. Pues, estos aunque han sido brillantes, han leído los textos jesuitas desde una óptica postindependentista. Al leerlos desde la historia de las ideas nacionales se les ha querido ligar con el nacionalismo y el patriotismo decimonónico cuando sus preocupaciones teóricas eran muy distintas.
Estudiante de Filosofía, FFyL-UNAM
Líneas de investigación: Filosofía Latinoamericana, Filosofía Política, Historia de las Ideas en América Latina, Utopología.
Correo electrónico:
omar.velasco.ortiz@gmail.com
Twitter: @veoo_17