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Yasher de Jesús Figueroa Chagoya

Priismo clásico y un poco de historia


José Antonio Meade Kuribeña ha sido elegido por las altas esferas del Partido Revolucionario Institucional como el candidato oficial que intentará retener el poder para el partido tricolor. En una estrategia digna del PRI del siglo XX, la conjura de “El tapado” y el método del “dedazo” imperaron nuevamente en la política mexicana. Dichas prácticas parecían ser obsoletas, pero no es así.

El PRI, partido que gobernó durante 70 años y que recuperó el poder en 2012, a lo largo de la historia se ha distinguido por realizar ritos políticos que están plasmados en lo más profundo de sus mandamientos, de sus dogmas y creencias. El presidente, hace unos años, ejerciendo el poder absoluto que sólo el presidencialismo mexicano podía otorgar, designaba a su sucesor mediante “el dedazo” definición acuñada por el hecho de que con el dedo del “todopoderoso” presidente la continuidad en el poder estaba asegurada.

Cuando Zedillo, último eslabón del siglo XX, decidió cambiar las sagradas escrituras partidistas el resultado fue desastroso; llegaba a la presidencia un candidato que no era “heredero de la Revolución” y seis años después la historia se repetiría.

Esto cambió hasta hace unas semana y el priismo clásico populista del sindicalismo y el corporativismo regresó en su máximo esplendor. Luego de muchas especulaciones sobre quién sería el candidato oficial, barajando nombres como Osorio Chong o Aurelio Nuño, Enrique Peña Nieto designó por primera vez en la historia a un “candidato externo”, alguien alejado del manto tricolor y que había trabajado en el anterior sexenio panista.

Dicha decisión obedecía a la necesidad de tratar de limpiar (si es que el término se puede aplicar) la imagen gastada del PRI y ofrecer una cara nueva al electorado. Meade, lejos de ser un político y más aún de ser del estilo priista, pertenece al sector económico apegado a la élites; a las grandes corporaciones y empresarios nacionales y sobretodo extranjeros que en los últimos años han manejado al país. Aunque esto último podría apegarse a gobiernos como el de Salinas de Gortari o el ya mencionado Zedillo, carece del elemento esencial que aseguró el éxito del Partido de Estado durante más de medio siglo: el sector popular. Es aquí cuando el aparato partidista comienza su marcha.

Agrupaciones como la CTM han sido sanguijuelas en el sistema político mexicano, quienes a costa de los trabajadores, han enriquecido a sus líderes y los han dotado de poderes ilimitados (el nombre de Fidel Velázquez es sinónimo de ello). De la noche a la mañana José Antonio Meade Kuribeña bajo la consigna de “haganme suyo” pasó de ser un “apartidista” a la figura máxima del PRI, incluso más importante que el presidente. Medios de comunicación, coberturas exorbitantes, encuestas manipuladas y ataques constantes a Andrés Manuel López Obrador (que hay que decir que en ocasiones se pone el pie así mismo) sólo son una muestra de lo que vendrá dentro de unos meses.

El PRI-Gobierno ha regresado como en sus mejores años y el alineamiento de todos sus militantes es prueba de ello. Quienes buscaban una oportunidad declaran que Meade es la mejor opción y cualquier intento de rebeldía es calmada o en el mejor de los casos (para ellos) es comprada con la promesa de algún puesto en el futuro gabinete. Y si todo lo anterior no funciona, queda el ejemplo del Estado de México, donde el fraude electoral orquestado y la complicidad de las instituciones electorales lograron mantener en el poder al PRI contra todo pronóstico.

Las personas que vivieron la época dura del PRI experimentan un Déjà vu al ver a “Pepe” o “Pepe Meade” enfundando en los colores rojos y rodeados de tumultos de gente que muchas veces no saben no quien es el que les habla. Así pues, este es y será el Partido Revolucionario Institucional.

https://twitter.com/JoseAMeadeK

Hasta la culminación de esta columna en México aún se discute la Ley de Seguridad Interior que en resumen se trata de la represión militar respaldada por la ley. Mientras esto sucede, Honduras se manifiesta contra el fraude electoral y ahora se les ha unido la policía quienes han declarado que también son pueblo. Una lección para toda América Latina y el mundo donde la represión por parte de los cuerpos policiacos y militares sigue hasta nuestros días. Toda mi solidaridad con el valiente pueblo hondureño.


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