A unos meses de la elección más importante en la historia de México, la izquierda enfrenta el reto más grande desde los tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas ¿Estará preparada?
Las encuestas y los analistas coinciden, asimismo los medios de comunicación tradicionales no lo pueden negar: Andres Manuel López Obrador encabeza (y por mucho) las preferencias electorales. Incluso hay quienes aseguran que será un arrollador triunfo por parte de la izquierda mexicana, por ende de lo que más se habla en los programas de debate es sobre quién de los otros candidatos alcanzará el segundo lugar.
Tal vez desde Roberto Madrazo, el candidato del partido oficial, no se veía un personaje tan desdibujado, perdido y gris como José Antonio Meade. Su candidatura, llena de errores e improvisaciones, ha servido para darle unos meses más de vida a un partido condenado a perder no sólo la presidencia de México sino también las gubernaturas y los diferentes cargos públicos a disputar. Aún con ello, es de llamar la atención la poderosa maquinaria que ha desplegado el partido de las instituciones, pues la excesiva cobertura positiva que recibe por parte de los medios de comunicación, en otros tiempos, hubiera sido suficiente para levantarlo en las encuestas.
Medios que cubren notas sobre su esposa o él realizando actividades “cotidianas” con títulos como “Meade se muestra austero y viaja en autobús” o “Meade estudió Derecho en la UNAM, a veces usa el Metrobús o el Metro para ir de su casa a reunirse con el Presidente de México” son una pequeña muestra de la falta de rumbo de esta campaña, pues hoy en día las redes sociales se han encargado de equilibrar el juego respecto a quienes tienen el control de la información.
Por otro lado, encontramos una desinflada campaña por parte del Frente, encabezada por Ricardo Anaya cuya disputa con el Gobierno Federal fue suficiente para enterrar sus aspiraciones presidenciales. El golpe mediático recibido fue letal para el candidato blanquiazul pues lejos de mostrarse como un líder (tal y como sucedió con el desafuero de López Obrador) salió a relucir su complicidad con el gobierno de Enrique Peña Nieto. En ese punto, el llamado Pacto por México volvió a la luz pública pues hasta apenas hace unos años Anaya se mostraba como aliado del presidente y con el caso de corrupción y lavado de dinero acusaba a éste último de perseguirlo. Contradicción tras contradicción.
Por último, Margarita Zavala cuya candidatura manchada por las trampas demostradas en la recolección de firmas no tiene más rumbo ni motivo que el de quitar votos a Anaya. Aunque, es importante decir que de todas las opciones a elegir esta parece la más radical y conservadora, debido a que no se trata únicamente de su idea de continuar la sangrienta guerra contra el narcotráfico que encabezó su esposo, Felipe Calderón, sino también la homofobia abiertamente mostrada en diversos espacios.
Es aquí donde la disyuntiva de la izquierda mexicana aparece. Por primera vez en mucho tiempo, las cosas están puestas para que México viva su primer gobierno de alternancia desde el año 2000. Los retos del país son mayúsculos: la violencia, el narcotráfico, la pobreza, el desempleo y una carencia alarmante de respeto hacia los derechos humanos.
Muchos han encontrado en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador una opción viable al bache económico y social que se vive y es por ello que la izquierda debe estar preparada. Temas como el matrimonio igualitario, el aborto o la legalización de las drogas en muchos países han sido las banderas de la izquierda pero, curiosamente en México, no ha sido así o por lo menos no de una manera abierta. Recientemente en entrevista con Milenio, AMLO declaró que sometería a consultas populares estos temas y sería el pueblo quien eligiera su aprobación o no. Muchos critican esta postura ya que la consideran “la salida fácil” para no perder votos. En un país como el nuestro, donde la opinión del pueblo ha sido oprimida y callada es de reconocer que un candidato a la presidencia de México tome en consideración lo que sus posibles gobernados quieren. En mi opinión hay temas como el matrimonio igualitario o el aborto que no deberían someterse a consulta pero otros sí, como las alternativas a la violenta guerra contra el crimen o incluso la legalización de las drogas. Durante años México ha carecido del debate abierto y plural, es momento de ponerlo sobre la mesa.
Hay que dejar claro que la posible victoria de Andrés Manuel López Obrador no debe ser la meta de la izquierda mexicana sino el punto de partida hacia la verdadera transformación del país. Ni las divisiones del pasado ni las ambigüedades ideológicas deben permear el triunfo. No se debe tratar únicamente de Morena o el PT, se trata de las diferentes asociaciones civiles, de los colectivos, de los grupos de resistencia, de las comunidades indígenas, de los luchadores sociales. Una izquierda incluyente, plural y diversa. Una verdadera alternancia.
Fuente: cuarto oscuro.
Yasher de Jesús Figueroa Chagoya
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Ciencias de la Comunicación
Participante en el Congreso de Estudiantes de Educación Superior: Miradas desde la Multidisciplinariedad (CEESU).
Sociedad y política, en especial del continente americano, desde una postura crítica enfocada preferentemente en materia de corrupción, desigualdad social y violencia de género. Historia de México y América.
@YJ_Figueroa