I
La educación superior en Argentina ha sido un tema relevante desde comienzos del siglo XXI. Durante estas dos décadas se han aplicado políticas que recorren dos horizontes disímiles en la función de las instituciones de educación superior: desde una apuesta por la democratización de la universidad hasta el recorte económico que la reconoce como un privilegio. Los primeros gobiernos del nuevo siglo que procuraron un crecimiento del sistema que abarcó una década (2003-2015), el denominado periodo kirchnerista, fueron sucedidos por políticas de austeridad que culminarían con movilizaciones en defensa de una ciencia nacional (Frente Amplio de Graduades FaHCE, 2019)
El sistema de educación superior se divide en dos: el sector universitario y las instituciones de educación superior que pueden ser de administración pública o privada. Con un total de 131 instituciones, donde la mayoría son universidades públicas (57 nacionales y 4 provinciales), las cuales arraigaron en todas las provincias del país. Con la universalización del acceso a la educación superior (Brunner, 2016) reflejada en una tasa bruta de educación superior del 58.8%[i], el sistema argentino se sitúa como uno de los sistemas más receptivos en América Latina. Con estas pautas centraremos la atención en el sistema universitario puesto que, si bien las políticas establecidas en los últimos años también han buscado influenciar los institutos de investigación y los espacios privados de la educación superior, este ha tenido un mayor impacto.
II
Durante los primeros lustros del siglo XXI los gobiernos encabezados por Néstor Kirchner y Cristina Fernández condujeron una reforma al sistema de educación superior que puede identificarse en cuatro aspectos sustanciales: la expansión del sistema universitario; un “financiamiento marginal pero creciente” (Marquina y Chiroleu, 2015: 8); la creación de estrategias para la retención de estudiantes, conformadas por apoyos económicos y programas académicos; y una serie de legislaciones que si bien dejaron “pendiente la promulgación de una nueva Ley de Educación Superior” (Mollis, 2019: 56), permitieron el avance de las otras tendencias.
La construcción de nuevas instituciones de educación superior es un proceso que difícilmente se puede caracterizar como propio de estos años. No obstante, el crecimiento mixto de instituciones (públicas-privadas) y la organización interna de las nuevas instituciones la caracteriza como única (Mollis, 2019: 49).
Esta expansión vino acompañada por una estrategia de financiamiento que lograba distribuir recursos, aunque magros, constantes. Con programas de carácter competitivo y no competitivo, con la intención de fortalecer aspectos clave para el desarrollo de la investigación en las universidades que tuvieran un correlato en el desarrollo del país. Estos permiten el concurso de una misma institución en diferentes programas específicos (Marquina y Chiroleu: 2015: 8).
La nueva dimensión que adquirió el sistema de educación superior acercó la posibilidad de estudios superiores para poblaciones anteriormente excluidas. Ante este panorama se desarrollaron programas que buscan acompañar a los aspirantes y a los alumnos de primer ingreso. Una de estas medidas es el apoyo económico. El otorgamiento de becas, ha experimentado una ampliación y diversificación sin precedente. En 2007, por ejemplo, se ejecuta el Programa Nacional de Becas Bicentenario (PNBB) y el Programa Nacional de Becas de Grado TICs (PNBFTICs), primeros acompañantes del Programa Nacional de Becas Universitarias (2000), primeras políticas que buscaron la “orientación de la matricula hacia carreras consideradas prioritarias” (Marquina y Chiroleu, 2015: 11). Otras dos formas de subvención son las destinadas a personas con discapacidad y las que pertenecen a grupos indígenas, cada una posee sus respectivos requisitos, pero comparten una baja demanda.
Aunado a estos proyectos se desarrollan estrategias de retención que introduzcan a los nuevos estudiantes a la vida universitaria. Dos de las más resaltantes son los cursos de ingreso y el sistema de orientadores (Arias, Mihal, Lastra y Gorostiaga, 2015), medidas que procuran garantizar la permanencia en universidades cuyo acceso irrestricto[ii] ha tenido un efecto perverso: la deserción, reflejada en un índice de retención del 63.1%, durante el primer año. Los cursos suelen centrarse en los métodos de estudio, con la intención de suplir carencias que los alumnos presentan al momento de ingresar. En lo referente al rol de los orientadores se busca un acompañamiento integral a los estudiantes mediante apoyo académico y pedagógico.
Estas estrategias reflejan la noble intención de retener a los estudiantes dentro de las universidades. No obstante, ambas han sido criticadas. Los cursos de ingreso suelen funcionar como barreras informales, descartando a quienes no logran acreditarlos. Mientras que los métodos de tutorías y orientación suelen ser ignorados por los propios estudiantes e incluso menospreciados por los docentes que los imparten (Arias, et al, 2015: 58-63)
Por último, las legislaciones emprendidas durante los primeros años difícilmente se reconocen como importantes para el desarrollo de las instituciones (Mollis, 2019). No obstante, estas cimentaron las políticas antes descritas. (Marquina y Chiroleu, 2015: 10).
Referencias:
Arias, Maria Fernanda, Ivana Mihal, Karina Lastra y Jorge Gorostiaga. (2015). “El problema de la equidad en las universidades del conurbano bonaerense en Argentina”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, 20 (64), pp. 47-69.
Brunner, José Joaquín. (2016). Educación Superior en Iberoamérica Informe 2016. Centro Universitario de Desarrollo (CINDA), Chile.
Departamento de Información Universitaria (s/f). Síntesis de Información Estadística Universitaria, SPU-MINEDUC.
Frente Amplio de Graduades. (2019). “Movilizar, argumentar y proponer”, en Federico Brugaletta,
Mora González Canosa, Marcelo Starcenbau y Nicolás Welschinger. (Eds.). (2019). La política científica en disputa: diagnósticos y propuestas frente a su reorientación regresiva. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, CABA CLACSO, La Plata, (Andamios, 5. Perspectivas).
Marquina, Mónica, y Adriana Chiroleu. (2015). “¿Hacia un nuevo mapa universitario? La ampliación de la oferta y la inclusión como temas de agenda de gobierno en Argentina”, Propuesta Educativa, 24 (43), pp. 7-16.
[i] Los datos aquí reseñados tienen dos fuentes primordiales: Brunner (2016) y Departamento de Información Universitaria (s/f).
[ii] Con algunas excepciones como la carrera de medicina y otras ligadas a saberes técnico-científicos (Arias, et al, 2015: 50)
Fernando Montiel Martínez.
Licenciatura en Sociología con especialización en Educación.
(2017) Publicación de la reseña: “La libertad como principio humano, como fundamento ético y como medio para la cultura. Las tesis de La persona humana y el Estado totalitario, de Antonio Caso”, El cotidia
no, (202), pp. 127-128.
www.elcotidianoenlinea.com.mx/pdf/20212
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