Por: Fernando Montiel.
La declaración de la pandemia en el primer trimestre del 2020 trastocó las interacciones cotidianas y los funcionamientos institucionales rutinarios. Definida como un “hecho social total” (Ramonet, 2020) alteró innumerables conductas y procedimientos al que pocas instituciones quedaron indiferentes. La universidad no pudo escapar a la hecatombe y permutó muchas de sus acciones por otras que buscaron comprender y detener la propagación del virus.
La pandemia no comenzó sobre un lienzo en blanco. La realidad latinoamericana enmarcó el avance de la enfermedad y profundizó muchas de las consecuencias que presentó la crisis sanitaria. Insertas en políticas “neoliberales” (Sousa, 2020) las universidades brindaron respuestas institucionales pocas veces conjuntas.
La respuesta universitaria impactó sus tres labores esenciales: la investigación, la enseñanza y la extensión. En el primer caso se destinaron recursos ordinarios y extraordinarios para el estudio del virus; en el segundo, la continuidad pedagógica reflejo las virtudes y deudas que la universidad tenía con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; por último, las actividades emprendidas por las universidades tuvieron un compromiso con la realidad acuciante y sus comunidades.
I
La pandemia encontró universidades asediadas por políticas que las debilitan. En tiempos recientes estas pueden reseñarse en los siguientes puntos: un crecimiento del sector privado, el recorte del financiamiento estatal a las instituciones públicas, la flexibilización contractual de los docentes, establecer el pago de matrículas, diversificación de financiamiento para las instituciones para que dependan cada vez menos del dinero público (Santos, 2020).
La implementación de estas políticas trasciende el presente siglo. Algunas de las más recientes son: los recortes que ha tenido el sector en países como Brasil y Argentina. En el caso del gigante sudamericano la educación universitaria ha sido desdeñada por su mandatario, en el país austral la alta inflación significó un descenso real del 10% en el presupuesto universitario (Cannellotto, 2020: 221). En México hubo un intento en 2018 que fue detenido por asociaciones de autoridades universitarias pero que afecto a las instituciones que dependían de la Secretaria de educación Pública. En 2020 los recursos asignados a fideicomisos de investigación renovaron la disputa, ya que la contingencia ha pospuesto la iniciativa de su cancelación más no la ha suprimido.
La autonomía del sector universitario también se ha visto en peligro. En México una de las primeras propuestas relativas a la educación superior por el gobierno Andrés Manuel López Obrador fue la supresión del párrafo relativo a la autonomía universitaria en la Constitución Política, lo que generó protestas que lograron su reinserción (Schmelkes, 2020). Durante el periodo de contingencia el presidente brasileño Jair Bolsonaro declaró que en las universidades que presentaran elecciones durante el cierre, ante la imposibilidad de elecciones presenciales, él escogería un rector interino (Knobel & Leal, 2021).
Los embates contra las universidades públicas en la región, a veces acompañadas por la falta de dirección o el abandono directo por parte de los gobiernos nacionales, no impidieron que estas presentaras respuestas ante la coyuntura.
II
La respuesta de la universidad latinoamericana ante la crisis sanitaria se puede dividir en tres puntos nodales: sanitarias, de enseñanza y difusión. Las primeras ligadas a la investigación, las segundas centradas en sus estudiantes y las últimas dirigidas a la comunidad circundante o con proporciones aún nacionales.
Acciones sanitarias
La declaración de la pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue seguida por comunicados presidenciales en los distintos países de la región, acompañados por recomendaciones de carácter global que establecían una cuarentena inicial de quince días, que se ha extendido por meses con un final aún incierto.
El cierre de universidades se promulgó, incluso en contextos donde la pandemia ha sido negada (Knobel, 2020b). Tras el cierre la labor de investigación ocupó un lugar preponderante.
El estudio del COVID-19 ha tenido diferentes resultados en la región, desde el desarrollo de una vacuna producida en la región, México y Argentina son los países que han avanzado más en el continente (Bañuelos y Orozco, 2020). Hasta el aislamiento del virus en Colombia. En algunos países se incentivó la investigación por parte de expertos, como en Argentina, en algunos otros la iniciativa estudiantil también tuvo oportunidades, como en Costa Rica,
Ante la debilidad de los sistemas de salud en los diferentes países, las instalaciones académicas han realizado acciones sanitarias de primera necesidad. En general las universidades públicas de la región se han erigido como centros gratuitos de pruebas para la detección de la enfermedad; trabajan en el desarrollo de material médico para la contención del virus y su tratamiento; los investigadores han reorientado sus agendas hacía los efectos de la pandemia e incluso han denunciado la negligencia del accionar gubernamental. (Nercesian, 2020).
Las recomendaciones sanitarias han sido en muchos casos la única guía de acción que han tenido las instituciones para actuar. El diseño de políticas educativas que involucre las condiciones y secuelas de la pandemia es aún tema pendiente, en el que se ha avanzado sólo para estimar la cantidad de estudiantes que podrán regresar y cuánto espacio corresponderá para cada uno y sus respectivos horarios, visión corta ante un problema que ha probado su transitoriedad como perenne.
Acciones pedagógicas.
La docencia se ha visto profundamente afectada por la pandemia. El cierre abrupto de las instituciones de educación superior obligó al uso de herramientas tecnológicas para la impartición de clases a una comunidad estudiantil con acceso desigual y un profesorado poco preparado para su uso dentro de los programas de estudio.
En todo el continente los calendarios escolares fueron recorridos, al menos durante los primeros quince días. El dictado de clases virtuales comenzó semanas o meses después de haber cerrado las instalaciones educativas, pero al pasar lista, no todos los alumnos estaban presentes.
La brecha digital en América Latina alcanza a más de la mitad de la población (IESALC, 2020) por lo que las universidades más grandes optaron por el reparto de equipos digitales para sus estudiantes (Schmelkes, 2020), así como la negociación con proveedores de internet para liberar sitios de contenido educativo (Cannellotto, 2020) o comprar paquetes de datos a menor precio por parte de las instituciones (Knobel, 2020), algunas veces amparadas por el gobierno nacional (Fanelli, Marquina & Rabosi, 2020). Otras, ante el ominoso reto, no tuvieron más opción que cerrar (Malo, Maldonado, Gacel & Marmolejo, 2020).
La digitalización de los estudios superiores posee una regulación endeble en el continente, salvo algunos casos, esta es meramente opcional, por lo que la mayoría de las universidades de la región tenían plataformas virtuales incipientes (Rondero López, 2020) o poseían un carácter secundario, destinado al cumplimiento de los requisitos mínimos (Fanelli, Marquina & Rabosi, 2020). Al grado de que las principales herramientas para continuar las clases provinieran de agentes externos al ámbito educativo.
La migración al modelo virtual se tropezó con la dificultad de proporcionar una experiencia similar al aprendizaje escolar. Para los docentes, se ofrecieron cursos de actualización y capacitación en el uso de las herramientas electrónicas básicas para el dictado de clases. La debida preparación pedagógica y didáctica requeridas para estas plataformas se hizo a un lado (Cannellotto, 2020).
El paso a la educación virtual fue tan abrupto que las clases continuaron, dando tumbos. Este pasaje, denominado enseñanza remota de emergencia reconoce las limitaciones técnicas y pedagógicas que carga. Ante la brutalidad de la brecha digital no sólo debe reconocerse su impacto actual, sino que una extensión prolongada de este modelo implica un incremento de las desigualdad al restringir el acceso a estudios superiores a los jóvenes que no cuenten con la mínima conexión digital (Knobel & Leal, 2021).
Extensión universitaria
El cierre de los espacios de enseñanza no limitó las acciones universitarias. Mediante la extensión, la universidad atendió a sus trabajadores, sus estudiantes, e incluso se derramó sobre las localidades más cercanas o inicio proyectos de envergadura nacional.
Ante el inoperante actuar de algunos gobiernos, y como característica global, las universidades actuaron rápido ante el avance de la enfermedad (Moreno, 2020). Los estudiantes de medicina son un ejemplo del papel central que tuvieron las universidades.
En países como Ecuador, Argentina, Cuba o México, los estudiantes dieron la primera atención a los pacientes. En Ecuador atienden llamadas en un call center identificando posibles casos (Nercesian, 2020). En Argentina llevan el primer control del paciente y su seguimiento, así como participar en campañas de vacunación. En Cuba participan en la pesquisa, que consiste en dar seguimiento epidemiológico a posibles contagios, “ya sea por ser parte de una cadena de contactos o ante cualquier síntoma respiratorio” (Domínguez, 2020: 2). Por último, en México organizaron encuentros estudiantiles para discutir la coyuntura y ofrecieron ayuda telefónica para estudiantes agobiados (Nercesian, 2020).
En el actuar institucional hay diferentes muestras de acción. En Brasil, las universidades adelantaron sus decisiones a las disposiciones oficiales, la UNICAMP, suspendió actividades antes que cualquier otra universidad del país e inició la colecta para distribuir alimentos y productos esenciales para poblaciones necesitadas (Knobel, 2020). En Ecuador la UTPL (institución privada) organizó un voluntariado virtual que busca ayudar con donaciones u orientación a los afectados. En México una de las iniciativas más celebradas es la traducción de los comunicados oficiales a las diferentes lenguas originarias (Concheiro, 2020).
Las acciones dirigidas a la comunidad estudiantil están basadas en el apoyo psico-pedagógico. El impacto del encierro en la salud mental fue un tema que surgió ya avanzada la cuarentena. Sin embargo, las acciones por parte de estudiantes en México comenzaron en los primeros días. Algunos jóvenes profesionales, asesorados por expertos, pusieron a disposición de estudiantes necesitados números telefónicos para conversar (Nercesian, 2020). Aunque parezca una acción dirigida hacia el interior de las instituciones esta recobra una relevancia importante, puesto que las cifras de feminicidios sólo han aumentado tras el confinamiento lo que implica el encierro en espacios de violencia (Almeida, 2020).
Conclusión
La pandemia encontró universidades enclaustradas en su interior y un financiamiento constante pero incierto. Durante su paso transformó su accionar hacia dentro y fuera de las instituciones: las actividades de las universidades se derramaron hacía afuera y desnudó las carencias que las instituciones tenían para la incorporación de las nuevas tecnologías.
En el ámbito de investigación encontró un sistema con carencias técnica habitado por investigadores capaces que la suplían con ingenio. Las labores de investigación impactaron directamente en el combate contra la enfermedad al funcionar como centros de diagnóstico y desarrollar innovaciones en el tratamiento médico.
La enseñanza fue el escollo de la universidad, supuestamente en la vanguardia tecnológica. Se develó que pocas casas de estudio tenían los recursos necesarios para migrar a un escenario virtual, al mismo tiempo que se vio sobrepasada por las necesidades de sus alumnos, lo que la obligó a intervenir para reducir la brecha digital.
En el terreno de la extensión universitaria, las instituciones acompañaron a sus comunidades: la estudiantil, la local y la nacional. Diversas universidades procuraron a su estudiantado con programas o becas de apoyo, erigieron puestos de recolección en sus instalaciones físicas, para repartir entre su comunidad y estudiantes y ensanchó las puertas de sus hospitales para recibir pacientes.
Las universidades lograron revalidar su lazo con la sociedad. Las diferentes tareas que le constituyen (investigación, docencia y extensión) participaron de manera activa durante la pandemia. El que la universidad cerrara sus puertas físicas le abrió puentes con diferentes áreas de la sociedad. Probó que su influencia trasciende sus paredes. Estas respuestas lograron revalorizarla en contextos donde era cuestionada por su accionar, situación que abre otras discusiones acerca de los bienes que produce, así como de los actores que la habitan a diario.
Referencias:
Almeida, D. V. (2020). COVID-19, Violence against Women, And Feminicide in Latin America. https://theowp.org/reports/covid-19-violence-against-women-and-femicide-in-latin-america/
Bañuelos, C & Orozco, E. (2020). La biotecnología en la diplomacia científica mexicana y la lucha contra el COVID-19. Revista de la Sociedad Mexicana de la Biotecnología y Bioingeniería A.C., 24(3), 11-28.
Cannellotto, A. (2020). Universidades viralizadas: la formación en y post pandemia. En: I. Dussel, P. Ferrante y D. Puller (comps.). Pensar la educación en tiempos de pandemia. Entre la emergencia, el compromiso y la espera. (pp. 213-228). Buenos Aires: UNIPE.
Concheiro, F.L. (2020). Desafío del contexto previo a la pandemia y avances en la transformación de la Educación Superior en México. Revista Interdisciplinaria de Estudios Latinoamericanos, 4(3), 37-42.
Domínguez, M. I. (2020). Cuba ante la pandemia del COVID-19. CLACSO. https://www.clacso.org.ar/biblioteca_pandemia/detalle.php?id_libro=2069
Fanelli, A., Marquina, M., & Rabosi, M. (2020). Acción y reacción en época de pandemia: la universidad argentina ante la COVID-19. ESAL - Revista de Educación Superior en América Latina, 4(2), 22-40.
IESALC. (2020, mayo 13). COVID-19 y Educación Superior: De los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000375125
Knobel, M., & Leal, F. (2021). The tragedies of Brazilian higher education. International Higher Education, (105), 35-36
Knobel, M. (2020, mayo 30). Universities have a vital role in fighting coronavirus. University World News. https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20200529085010849
Knobel, M. (2020b). Tiempos de peste. Luz en la niebla. https://www.ses.unam.mx/curso2020/materiales/Sesion7/Knobel_TiemposDeLaPeste.pdf
Malo Álvarez, S., Maldonado Maldonado, A., Gacel Ávila, J. & Marmolejo, F. Impacto del COVID-19 en la educación superior de México. ESAL-Revista de Educación Superior en América Latina, (8), 9-14.
Moreno, C. I. (2020, noviembre 12) Las universidades y la crisis del COVID-19: Respuestas y estrategias de adaptación en México y Francia. 3º Seminario Internacional MUFRAMEX sobre políticas educativas México-Francia.
Nercesian, I. (2020). Políticas públicas en América Latina frente al COVID-19. OBLAT-CLACSO
Ramonet, I. (2020, abril 25). La pandemia y el sistema mundo, La jornada virtual. https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/04/25/ante-lo-desconocido-la-pandemia-y-el-sistema-mundo-7878.html
Rondero, López, N. (2020). La educación superior frente a la emergencia entre la parálisis y la premura. El Cotidiano, (222), 57-65.
Schmelkes, Sylvia. (2020). La educación superior ante la pandemia de la COVID-19: el caso de México. Universidades, (86), 73-87.
Sousa Santos, B. (2020, julio 15). La universidad pospandémica. Nodal. https://www.nodal.am/2020/07/la-universidad-pospandemica-por-boaventura-de-sousa-santos/
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