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Encuentro taller “SURCOS EN LA PIEL”

Actualizado: 12 nov 2020


Encuentro taller “Surcos en la piel”: Reflexiones sobre la creación de un espacio colectivo para el diálogo femenino


Por: Dayan Nathaly Prieto Muñoz* y Daniela Luna Torre**.



Fotografía tomada de: https://proyectos.banrepcultural.org/proyecto-paz/blog/surcos-en-la-piel-una-iniciativa-que-se-toma-la-palabra-por-la-paz

Volver a los diecisiete

Volver a los diecisiete

después de vivir un siglo

es como descifrar signos

sin ser sabio competente

volver a ser de repente

tan frágil como un segundo

volver a sentir profundo…

Violeta Parra

Resumen: El presente texto, busca reflexionar sobre la pregunta ¿cómo se comportan los cuerpos de un grupo focal de mujeres diversas de la localidad de San Cristóbal luego de atravesar por brechas educativas, sociales e históricas? Desde el proyecto “Surcos en la Piel” han existido diálogos multi generacionales entre mujeres de la localidad de San Cristóbal, donde a partir de su memoria rural se reconstruyen sus prácticas locales a través del arte y la escritura como práctica artística y transformadora. La implementación de este proyecto se ha venido desarrollando en la Casa de Igualdad y Oportunidades de la localidad de San Cristóbal Sur y en la Junta de Acción Comunal Juan Rey Sector I, con énfasis en lectura y escritura desde la educación artística. Todo esto desarrollado desde las artes puesto que nos identifica y permite desarrollar habilidades en la comunicación, apreciación estética y sensibilidad, son procesos que se enriquecen desde el contexto socio-cultural. Es a partir de esta experiencia que reflexionamos sobre sus y nuestros cuerpos.

Palabras clave: Cuerpo, cotidianidad, mujer, sensibilidad, territorio, memoria.


Manifiesto femenino “Surcos en la piel” 2019


Hoy aprendí que la felicidad es el único derecho que la vida me otorga

Que depende de mí tomarla o dejarla

Que mis culpas se las dejo a Dios

Las ajenas que cada quien haga con ellas lo que quiera

Que a esos hijos que eduqué con amor y sacrificio les di lo mejor de mi

Y no depende tampoco de ellos mi felicidad

Que la amargura la dejé en el pasado y ya no recuerdo a nadie

que no quiso acompañarme en el camino de la vida

Que soy yo quien tomo mi derecho sin dañar ni ofender a nadie

Doy todo el amor que Dios me provee para entregarlo a quien quiera recibirlo

Sin hacerme daño

Vivo el hoy pensando en el mañana sin asegurarlo

Porque mi presente es un regalo divino

Doy gracias por todo lo vivido

Por las personas que Dios pone y puso a diario en mi vida

Porque de todos aprendí lo bueno,

lo malo para no repetir lo mismo y lo bueno para conservarlo

Por eso y por todo lo bello que aprendí a ver

y sigo viendo me tomo el único derecho

El mejor derecho que me otorga la vida

El derecho a vivir feliz

Marta Alzate

“He vivido tantas guerras que hoy puedo vivir en paz dentro de ellas”.

Nuestra lucha es por el reconocimiento de un pensamiento diverso, son múltiples voces que se entrelazan para erigir esta historia, una historia que nos ha negado, en donde la búsqueda de espacios de reunión, de opinión y de escucha es una revolución. No es justo que, en la búsqueda de la justicia, nos priven de la libertad, descubrimos el derecho a la felicidad, a la palabra, al apoyo mutuo entre mujeres.

Somos un espejo para otras generaciones, por medio de la experiencia somos educadoras de la vida. Nos dimos cuenta que la salvación es personal y se lo enseñamos a nuestras hijas, nietas, amigas.

La construcción de conocimiento y sabiduría femenina están dados gracias a la capacidad de cuidado, de amar para construir las bases de la sociedad.

En palabras propias nuestras, este espacio es creado para aprovechar el tiempo, compartirlo con personas jóvenes conociendo su forma de pensar y actuar, tener más seguridad en nosotras mismas, cuando uno habla con otras mujeres ve como todas tenemos distintas formas de ver la vida, que nuestros problemas no son tan grandes como los imaginamos, que tenemos mucho por hacer todavía, ver y agradecer a personas como ellas que se interesan por ayudar a tener estos espacios donde compartir para saber que no estamos solas.

De este espacio que hemos construido hace ya algún tiempo, deseamos conocer y compartir más de las experiencia se historias de las mujeres.

A partir de ahí, establecer un diálogo que pueda conectar con la visión de vida de cada una para transformarla.

Además, conocer e interpretar los distintos lenguajes artísticos que poseemos y que podemos desarrollar, como la pintura y la cerámica, para expresar nuestras historias de vida.

Mujeres del proceso Tertulia “Surcos en la Piel”

El origen de los saberes de las mujeres adultas y adultas mayores

Las mujeres de la localidad Cuarta San Cristóbal sur de Bogotá tejen memoria con cada palabra, voz, concejo, movimiento, puntada. Cada una dedicada a su labor de vida: ser cabeza, raíz, vértebra, polo a tierra, ancla, soporte de su familia, su barrio y todo el contexto que las rodea. La historia sin las mujeres no es historia, pues ellas se encargaron de las labores no dignas y tuvieron que esconder sus ideas por años. Las mujeres merecen el reconocimiento de sus saberes, sus ideas de construir una sociedad y sus relaciones interpersonales. La libertad ronda nuestros espíritus de lobas, para ser halladas y tomar forma de cuerpo femenino.

Ellas, con quienes compartimos durante más de seis meses, saben escuchar con oídos de mariposa, vuelan por el aire palabras interconectadas de “La manta de las historias”, de Ferida Wolff y Harriet May Savitz, suben acariciando los cuellos oraciones y fragmentos de “Mujeres que corren con lobos” de Clarissa Pinkola y abren nuevos senderos en el valle de los recuerdos y la reflexión de estas mujeres que cavilan, opinan y difunden cada parte del libro grabada en su interior. Cuando las letras sirven como puente para revivir recuerdos y avivar el fuego de las palabras, siempre hay algo más; ellas quieren que aquellas ideas y palabras atragantadas de hace veinte o más años tomen importancia a pesar de que la sociedad patriarcal las cohibió desde cualquier dimensión social, económica, educativa, emocional, laboral y familiar.

Con ojos profundamente cansados, pies grabados con incontables recorridos y manos que se mueven al son de las agujas, ellas guardan un saber oculto con raíces ancestrales milenarias.

El proyecto Surcos en la piel se establece como un ejercicio posibilitador de diálogos multigeneracionales entre mujeres de la localidad de San Cristóbal, donde a partir de su memoria rural se reconstruyen sus prácticas locales a través de prácticas artísticas y la escritura como ejercicio transformador.

La implementación de este proyecto se ha venido desarrollando en la Casa de Igualdad y Oportunidades para las mujeres de la localidad de San Cristóbal Sur, en donde se realiza además un ejercicio pedagógico desde la Política Pública de Mujer y Género,[1] y en la Junta de Acción Comunal Juan Rey Sector I. Se hace con énfasis en lectura y escritura desde la educación artística. Consideramos importante fomentar espacios educativos en lugares no convencionales donde hemos evidenciado limitaciones y poco acceso a procesos de lectoescritura dentro de la comunidad, con el fin de reconocer y restituir los derechos de las mujeres que habitan el territorio. Todo esto lo desarrollamos desde la educación artística, puesto que nos identifica y permite desarrollar habilidades en la comunicación, apreciación estética y sensibilidad, procesos que se enriquecen desde el contexto socio-cultural.

Este documento propone a modo general los lineamientos que activan esta práctica artística comunitaria. Inicialmente, se evidencian los conceptos bajo los cuales se ha trabajado y a partir de allí se problematiza el proceso práctico e investigativo del proyecto.

Conceptos claves para los encuentros


A lo largo del desarrollo de la práctica con las mujeres, en principio se proponen varias líneas temáticas dadas gracias a la asociatividad generada entre el análisis de los textos literarios propuestos y la experiencia fáctica de las mujeres. Para los ciclos de formación posteriores se han alcanzado varios conceptos a partir de las experiencias comunes identificadas en contexto. Temas que han sido pertinentes para la búsqueda de reflexión intertextual por parte de las participantes y para el desarrollo de sus propuestas plásticas. Entre los conceptos claves para la formación están: identidad, historia, memoria, territorio, cuerpo, mujer, roles de género.

En la búsqueda de una excusa para reunirnos, para encontrarnos entre amigos, vecinos y familiares surge el rescate de una costumbre ancestral arraigada en aquellos ciudadanos con origen profundamente campesino; la práctica de la tertulia o encuentro a partir del diálogo, gracias al “buen sentimiento de sentirse a gusto conversando sobre temas afines, desde la comida hasta la situación política del momento, han movido al mundo, han movido, literalmente, la cultura”. [2]

La naturalidad del diálogo entre habitantes de una localidad entre montañas, como lo es San Cristóbal, fue poblada por migrantes campesinos, ha caracterizado “a hombres y mujeres que a lo largo de centurias han intentado pulir el arte de intercambiar ideas, de establecer diálogos para reconocer aquello que valoramos, la forma como tejemos recuerdos, pensamientos y sueños para dar sentido a los quehaceres en el presente e imaginar el futuro”.[3]

Este arraigo territorial desde una mirada local aunado a un pasado de organización comunitaria, necesitan espacios de reunión para los habitantes de nuestros barrios, de ahí adquieren importancia las juntas de acción comunal, como un mecanismo de exigibilidad de derechos colectivos y para mujeres, pues así fue pensada desde el inicio, nace como una forma de encuentro humana necesaria, para invitar a la conversación por medio de ejercicios de lectoescritura, teniendo como punto de referencia conceptos como identidad, historia, memoria, territorio, cuerpo, mujer, roles de género, entre otros.

Un campo de indagación y experimentación al cual se acude desde el proyecto es la promoción de lectura ya que permite involucrar diversos énfasis artísticos, entre ellos el énfasis plástico y visual que complementa de forma pertinente el sentido del proceso, pues permite indagar sobre la construcción comunitaria del territorio, pensando el arte como mediador de nuevos vínculos sociales y forma de historización de la memoria colectiva local.

Las tertulias son entendidas como espacios estéticos al intercambiar conocimientos y saberes que son tejidos de manera comunal en un espacio que es apropiado desde lo físico y lo subjetivo. Un vínculo que puede generarse es la intertextualidad, en donde los agentes sociales crean conexiones e imaginarios simbólicos entre los textos o material visual con las experiencias personales que los identifican. Además, entendiendo un texto no sólo como un signo escrito sino como “una composición de signos codificados en un sistema de escritura que forma una unidad de sentido “en un sentido más amplio se trata de documentos que permitan contar la realidad como un texto”.[4]

En el proceso transitado; los sentires, recuerdos, miedos, sueños, e ilusiones han deshojado y brotado desde las pieles de las mujeres que asisten al espacio, aquí el cuerpo ha dado cuenta de la memoria, esta se ha presentado ante nosotras por medio de la piel, del llanto, de la palabra, los suspiros y, las voces entrecortadas; ha sido por medio de estos fluidos y palpitaciones que hemos tenido la oportunidad de encontrarnos. Encuentros físicos que dan cabida al contacto real, canal de comunicación; lenguajes artísticos que han devenido en una colisión directa de experiencias, reunidas todas primeramente desde una individualidad corpórea para reconocerse luego desde la colectividad; pasando así de lo específico a lo general, pensándose primero como pequeñas puntadas y en la medida que avanzamos nos reconocimos trama, dibujo, tejido.

Es el cuerpo la evidencia primera de la historia, así nos llamamos: historia viva, móvil, danzante. Son nuestras manos las testigos fieles de un contexto labrado, al que asistimos desde el primer aliento, al que hemos acudido en opciones externas a nosotras mismas ajenas, carentes de voces, de existencia, hemos sido ausencia presente que ahora se cuenta en las vidas pasadas, las de la niña, hija, hermana, amiga, compañera, madre, trabajadora, ciudadana, a quienes por mucho tiempo se nos hizo creer que la vida nos era ajena, que el entramado social se construía en silencio y quienes llevaban las riendas eran solo unos pocos, en su mayoría dueños de voces masculinas.

Nuestros espacios de encuentro potencian en nuestras pieles apertura al mundo, es el cuerpo el mediador de nuestras relaciones, con nosotras, con las otras, con el mundo, en él se evidencian las prácticas, las representaciones y los imaginarios sociales. A medida que los encuentros se iban desarrollando surgieron en el colectivo distintas preguntas relacionadas a nuestro estar desde lo corporal. ¿Cuál es mi relación con mi cuerpo y con los otros cuerpos? ¿Cómo esto es mediado por las experiencias colectivas a las que se dispone el yo (cuerpo) en distintas circunstancias? ¿Interfiere esto en la manera de experimentar y habitar el mundo desde las relaciones y los vínculos? ¿Qué papel juegan los lenguajes artísticos aquí? ¿Sensibilizan, generan posibilidad de apertura y abertura desde el cuerpo y la relación con los otros?

La realidad de los distintos cuerpos que se hicieron participes del proceso dan cuenta de circunstancias no tan amigables durante su historia, el rigor laboral, el no conocimiento de la totalidad o la mayoría del propio cuerpo. El ocultamiento de ciertos temas nos permitieron diagnosticar (ser sensibles) a un constructo social muy delimitado, y no por esto se anula la existencia de un conocimiento propio de las mujeres, sino más bien se contextualiza en un espacio y un tiempo determinados que propiciaron dicha construcción, además de una sensibilidad propia que permite un estar en el mundo desde cada una de ellas.

Por esto que nos permitimos crear alteraciones a ciertos esquemas habituales a las que nos arraigamos como maneras únicas de estar y existir. Agrietamos las rutinas sensoriales permitiendo movimiento. La tertulia se nombra entonces como la posibilidad de nuevas dimensiones sensoriales, percibimos y conocemos estados nuevos, desconocidos. Cultivamos nuestras propias sensibilidades ahora desde nuevas relaciones y significaciones. Lo inacabado toma aquí vital importancia. Al estar conformado nuestro colectivo por mujeres adultas y adultas mayores en su mayoría tomamos la premisa de lo inacabado y lo continuo como eje transversal en nuestro hacer, aprovechando sobremanera todo aquel contenido vivo y memoria latente que somos cada una para generar percepciones nuevas.

Aquí es donde la educación artística se potencia y se dibuja como una de las tantas posibilidades de nacimiento infinito. La autopoiesis aparece entonces con fuerza irreductible que nos permite repensarnos constantemente, partiendo desde las siguientes preguntas: ¿Qué relaciones sociales nos formaron? ¿Cómo fueron vividas en nuestros cuerpos las mediaciones que interpelaba a los otros? ¿Cuáles son nuestros registros culturales y de cuáles nos apropiamos?

Los lenguajes artísticos toman todas estas experiencias y dan cabida a nuevas significaciones, es la sensibilidad la que se pone sobre la mesa, en la piel y mirada de cada una y nos encuentra con otras formas, somos capaces de captar otros colores, las palabras entonces retoman las experiencias pasadas y las revivimos, ahora, con la infinitud de posibilidades distintas para continuar construyéndonos siendo capaces de el movimiento, de la apertura a la resignificación y al asombro.

Apenas es la continuación de un arduo y poderoso proceso histórico que ha intuido severamente que somos también nosotras la historia, que nuestro cuerpo es el sostén del tejido humano, que nuestras espaldas llevan en sí familias y comunidades enteras, nuestros pies han recorrido el camino, rozando en su andar el peso de eternas mujeres anteriores a nosotras mismas, en nuestro pecho guardamos infinidad de mundos personales que se expanden en la infinitud del universo, atesorando así los susurros primeros, los secretos que curan, pero también los dolores potentes que buscan ser aliviados, una transformación necesaria, transmutar las heridas, llamarlas por su nombre, nombrarlas propias; para luego, despacio y con toda dulzura remendarlas, germinar y enmendar la historia, hacerla propia dibujando, tejiéndose, pensándose, cada una como partícula necesaria y vital en esta labor que proponemos desde la memoria.

Desvelar el recuerdo y besarlo, contemplarlo con una aguja enhebrada mientras le damos la vuelta, y los reconocemos, los hacemos propios mientras intercambiamos los hilos con otros cuerpos, con otros cantos, con otras voces, siendo una memoria colorida, infinitud de colores en la comunión de recuerdos.


Somos esto, nada más, cuerpo que se deviene en sentir, piel que transpira historia, somos memoria, aliento y tacto que modela la existencia.

Metodología

Desde los encuentros de saberes se visibilizan procesos pedagógicos con las mujeres donde aportan desde sus saberes previos a la reconstrucción de la expresión oral y escrita por medio el arte. Este proyecto de encuentro que se ha venido manejando ha sido enfocado a la metodología de tertulia -taller con un componente teórico-práctico como estrategia pedagógica para las mujeres que asisten-.

Tiene las siguientes fases: convocatoria público asistente a la tertulia desde talleres gratuitos permitiendo la articulación y socialización del proyecto, luego se crearán espacios de creación artística a partir de ejercicios de memoria y reconocimiento local, así como recorridos Inter barriales y encuentros comunitarios que permitirán reconstruir la historia de la localidad de San Cristóbal desde una visión de mujer.

En el proceso de creación artística nos alimentamos de diversos lenguajes presentando producción de textos, ilustraciones, representaciones, juegos, material didáctico, videoclips, fotografías entre otros, que visibilizan procesos a nivel individual y colectivo de las mujeres.

En esta apertura al desalojo, leer es viajar en la intertextualidad de los recuerdos y las creaciones que trascienden el como si al para sí –”transferencia de condición a la afirmación, del imperativo hipotético al categórico vital– de una experiencia que nos permite renacer a la imagen que somos y devenimos como cuerpo. Una experiencia desde el recorrido que nos permite pensar el cuerpo que somos, es decir, leer para pensar sobre nosotros mismos”. [5]

Con el propósito de generar creaciones artísticas que enuncian la propia realidad de las participantes, a partir de sus conocimientos previos, de trazos expresivos y emocionales, de textos que nacen desde muy adentro de ellas y de las múltiples interpretaciones que pueden surgir a partir del imaginario que han construido a lo largo de sus vidas. Durante este proceso se enfatiza en darle un valor significativo a las propuestas que generan estas mujeres tanto individuales como colectivas, en fortalecer su estética, por medio de herramientas de gramática visual y trabajo gráfico. Por lo que nos remitimos a una estética cotidiana, la cual “se expresa de mil maneras, desde nuestra forma de vivir, en el lenguaje y el porte, el modo de ataviarse y comer, de rendir culto a deidades o a personalidades, de legitimar el poder, ostentar el triunfo o recordar a los muertos”. [6]

Pero lo fundamental de entender la estética en relación con nuestra vida es la constante construcción y manifestación de una identidad social que creamos gracias a nuestro contexto cultural, familiar, económico, la mucha o poca participación del estado en nuestro territorio. Ahora las mujeres comprenden "al cuerpo-otro como árbol, casa, refugio; el cuerpo-otro como guía para explorar el mundo; el desconocido cuerpo del otro para conocer el mío”. ¿Y qué más? Poesía física, emoción limpia: el pleno disfrute de no tener nada que decir porque todo aquí está".[7]

Triste, loca o mala / será calificada / la que se rehuse a seguir esa receta/ la receta cultural /del esposo y de la familia/ “cuida, cuida de la rutina”/ solo realmente niega / la bien conocida receta /quien, no sin dolores, /a cepta que todo debe cambiar/ que un hombre no te define/ tu casa no te define / tu carne no te define /tu eres tu propio hogar. / Ella enloqueció / desató nudos / va a vivir sola / yo no me veo en la palabra / “hembra” objeto de caza / conformada víctima / prefiero quemar el mapa/, dibujar el camino,/ ver colores en las cenizas/ reinventar la vida/ que un hombre no me define / mi casa no me define / mi carne no me define / yo soy mi propio hogar./[8]

A modo de conclusión

Es así que “Surcos en la Piel” se convirtió en un espacio donde las mujeres pasamos de ser seres individuales a colectivos, en donde el cuerpo de la otra mujer empieza a ser comprendido desde mi propio cuerpo, en donde el territorio de la otra confluye con el mío gracias a las experiencias vividas; en donde nos decimos la una a la otra que no hay porque dejar de respirar sin importar cuán grande sea el dolor con el que hemos cargado, ya que sencillamente no estamos solas, cada una es refugio para la otra.

Es un sitio para explorar distintas técnicas que nos llevan a reconocer nuestro contexto de una manera diversa, un momento para recordarle a nuestra mente-cuerpo cuan valiosas hemos sido en la historia, un tejido de instantes que se enfocan en el aquí y ahora para que nuestras palabras sean no solo escuchadas si no puestas por obra, “una reconquista humilde de nuestros estados animales, vegetales o minerales, sólidos, líquidos, gaseosos, en la simultaneidad feliz de nuestras estaciones, de nuestros humores, de nuestros apetitos”.[9]

Un pare a la carrera constante que es vivir para deleitarnos con las emociones que surgen cuando cada una hace de sus palabras una poesía, un canto a la libertad que tiene eco en el palpitar de nuestros corazones, y que no se queda guardado si no que sale a flote cuando cada una genera un intercambio con las otras y los otros.

Bibliografía

Mandoki, Katya, Prosaica Uno. Estética Cotidiana y Juegos de la Cultura, México, Siglo XXI Editores, 2008.

Le Breton, David, El cuerpo sensible. Chile, Ediciones Metales Pesados, 2010,

Rodríguez, Claudia y Luisa Fernanda Parra, Cartilla Tertulias Literarias Gauchas. Bogotá, Colombia, Fundalectura- Biblored, 2017.

Otras fuentes

Secretaría Distrital de la Mujer, Decreto 166 de 2010, Disponible en:

http://www.saludcapital.gov.co/Normas_Pobl_Vulnerable/Decreto_166_de_2010.pdf.

Francisco El Hombre (Grupo Musical), “Triste, louca ou má”, en Soltasbruxa (Álbum). Sao Paulo, Estudios Navegantes, 2016.


Notas:


*Estudiante de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia.

** Estudiante de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia.


[1] La Política Pública de Mujeres y Equidad de Género (PPMEG) en el Distrito Capital es el marco de acción social, político e institucional que, desde el reconocimiento, garantía y restitución de los derechos de las mujeres que habitan el territorio, contribuye a modificar las condiciones evitables de desigualdad, discriminación y subordinación que, en razón al género, persisten aún en los ámbitos social, económico, cultural y político de la sociedad”. Secretaria Distrital de la Mujer. Decreto 166/20/10. [2] Claudia Rodríguez y Luisa Fernanda Parra, Cartilla Tertulias Literarias Gauchas, Fundalectura- Biblored, Bogotá, Colombia, 2017. [3] Katya Mandoki, Prosaica Uno, Estética Cotidiana y Juegos de la Cultura, México, Siglo XXI Editores, 2008. p. Falta número de página. [4] Claudia Rodríguez, op. cit. [5] David Le Breton, El cuerpo sensible, Chile, Ediciones Metales Pesados, 2007. [6] Katya Manodoky, op. cit. [7] Le Breton, op. cit. [8] Letra traducida al español de la canción “Triste Louca o Ma” (Triste, loca o mala), del grupo brasileño “Francisco El Hombre”

[9] Graciela Casanova y Klein Mark George, El gesto y la huella, Una poética de la experiencia corporal. Buenos Aires, Editorial Biblios, 2013.

Las autoras agradecen a las mujeres jóvenes, adultas y mayores que han participado desde 2017 en el proyecto “Surcos en la Piel”, a la Casa de Igualdad de Oportunidades de San Cristóbal por su confianza en el ejercicio pedagógico propuesto, a Erika Chacón, Melisa Martínez por su apoyo incansable y desinteresado y a todas las personas que han creído en este proyecto.

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