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Reflexiones acerca de feminismo, neoliberalismo y el retorno en nuestro tiempo

Por: Alma Delia R. Sánchez y José Castellanos Infante.


Sin duda, la implementación del neoliberalismo en los años setenta como respuesta y antítesis a las conquistas sociales que ya se habían logrado en las décadas anteriores como derechos laborales y participación política de grupos “subalternos”, vino a replantear el cómo re-constituir las luchas. ¿Cómo se puede y debe luchar frente al neoliberalismo? Actualmente y después de medio siglo, ¿qué fase del neoliberalismo estamos viviendo o qué reconfiguración se está instalando? ¿qué hace posible su existencia?

En primer lugar, pensamos que es necesario que los territorios estén llenos de personas sujetas alienadas de manera exponencial pues, así, sujetxs desprendidos de nuestros propios intereses, pensamientos, cuerpxs y tiempos, seremos más dóciles —según Foucault— y tendremos mayor disposición y voluntad de caminar sobre el sendero que el sistema-mundo-capitalista ha impuesto desde el comienzo de la destrucción y explotación de las tierras y cuerpos en Abya-Yala. En ese sentido, cabe preguntarnos cómo contribuimos día a día en su perpetuación. También nos parece importante ser conscientes de que muchas veces las luchas por la liberación son más una forma de estar en. Es decir, una forma de encontrar en las luchas cómo situarse ante este sistema-mundo, tratando de no recibir con la misma o tanta intensidad las consecuencias mientras, estos proyectos de disciplinamiento social, como el neoliberalismo, permanecen y siempre afectan más a la mayoría de la población de clases bajas, racializadas y subalternas.

Las luchas y movimientos sociales buscan cómo tener en ciertos ámbitos lo mínimo, básico e indispensable a través de nuestra actuación política en los sistemas jurídicos-económicos-culturales porque, al no corresponder con el esterotipo hombre-blanco-heterosexual quedamos fuera, y agregamos a la reflexión lo planteado por Freire: ¿cómo cambiar el mundo sin tener que ejercer el poder? Son luchas que parecieran eternas y eso mismo las vuelve imparables.

Del mismo modo, las luchas se legitiman cuando la población no quiere ser afectada, ni perder lo mínimo que le concede el estado. Así, en los gobiernos neoliberales, ante la subida de los impuestos, por ejemplo, la insurgencia se levanta para no perder de vista que la clase trabajadora es la que se ve afectada, mientras que las burguesías, a quienes se les podría cobrar mayores impuestos, salen totalmente impunes y beneficiadas.

En nuestros días, las reformas neoliberales implementan ganancias hacia los sectores privilegiados. Se decide un incremento de precio en los transportes públicos en lugar de cobrar más impuestos a las compañías extranjeras que funcionan en territorio latinoamericano. Esto nos recuerda también lo que sucede después del derrumbe del metro el 3 de mayo, en la Ciudad de México. Los medios hegemónicos abogan por un incremento en el pasaje del precio, con la justificación de que “cinco pesos es muy poco” y que “se necesitan más fondos para el mantenimiento del transporte público”. Nos parece insultante que los medios hegemónicos argumenten el incremento del precio cuando ellos, en primer término, no son conscientes del privilegio en el que viven, donde se transportan siempre en automóvil particular; segundo, que la clase trabajadora sería el sector más afectado, y tercero, que defienden el proyecto neoliberal en el que América Latina ha estado perdida sin encontrar siquiera algún endeble rasgo del hilo rojo.

Sin embargo, pensamos que es indispensable que al unísono se tome un doble rumbo y, comenzar a plantear en la praxis de nuestra cotidianidad cuán necesario es hacernos cargo de nosotras mismas como personas, sin delegar nuestra educación, salud y sustento a un estado patriarcal que por siglos se ha legitimado en la tutoría de la “diferencia”, de los bárbaros, de los que “no sabemos” hablar, escribir, pensar, y que por eso nos siguen “iluminando” y “proveyendo” de obsequios burocráticos y moldeadores para algún día alcanzar los cánones eurocéntricos que establece la colonialidad del poder y el saber. Aunque no es tarea para nada sencilla el desprendimiento y liberación de las dimensiones de tal estructura en nuestras mentalidades y materialidades, sí podemos voltear a ver y escuchar los diversos conocimientos que las personas (desde las más jóvenes hasta las más ancianas) contenemos; conocimientos que están refugiados en otras lenguas y que abren nuevos panoramas generadores de sustento, salud y educación.

Nos parece importante generar una retórica cuya dialéctica se desarrolle en enfatizar nuestra pronta independencia ante el estado patriarcal. Para un mejor desarrollo humano podríamos empezar con repensar nuestros roles de género. Pensado políticamente, la emancipación de la mujer juega un papel fundamental para el porvenir latinoamericano. Además de esto, también es importante poner en cuestión lo femenino y lo masculino. Así, nos desarrollaremos como personas en una comunidad más democrática en el sentido amplísimo de la palabra. Aunque sale otra incógnita ¿es la democracia una verdadera forma de solventar la diversidad de la palabra e intereses?

Acerca de la relación de los feminismos con el neoliberalismo, recalcamos lo importante que es cuestionar ¿quién querría considerarse feminista neoliberal? Nos parece que, por un lado, una buena convivencia neoliberal sólo se produciría en los sectores privilegiados. Para estos, el desarrollo económico se incrementa, mientras que una mayoría de la población se empobrece. Ante esta situación, entonces, cabe cuestionar el poco alcance que podría llegar a manifestar este feminismo. En ese sentido cabe preguntarnos ¿a quién sirve el neoliberalismo? ¿Somos las mujeres las que lideramos los caminos que pueden tomar los movimientos feministas cuando estos se articulan o relacionan con el neoliberalismo? Creemos que debemos mantener cautela ante fetichizar, mercantilizar, o dejar que el neoliberalismo actúe como un dispositivo de poder penetrador dentro de los esquemas feministas, a los que dicha hegemonía pudiera no sólo distorsionar en un sentido ideológico o simbólico, sino también materializar y resignificar los contenidos de los levantamientos feministas y en general, de otros movimientos.

Así, aunque sea dentro de un tipo reducido de feminismo, el neoliberalismo incita hacia la competencia. ¿Cómo se competiría en un feminismo neoliberal? ¿Podrían seguir siendo feminismos aquellos donde se ejercen relaciones de poder en los que mujeres explotan a otras mujeres? Pensamos que tendría que haber una persona dominante que gana, y otra dominada, la que pierde. De igual manera la competencia enfatiza la polarización, esta sería entre clases, y separa cualquier indicio de ayuda comunitaria.





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